Capítulo 3-. Cacerías.

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La luna llena brillaba en su máximo esplendor, reflejada a sí misma en un río, asomándose en su reflejo se veía al dragón púrpura contemplado su propio rostro, su cuerpo empapado de color carmesí, con algunos rasguños levemente profundos, tratando de asemejar todo lo sucesido apenas creyendo lo que había hecho.

El hambre no es un juego, o al menos eso pensaba mientras veía la escena con remordimiento, una cacería exitosa, el sentimiento de culpa era normal aunque definitivamente no sería la última vez.

Pensando los sucesos de la noche anterior, no solo se convirtió en una verdadera fiera si no también casi era devorado por esas cosas en esas minas.

Clara estaba solución, no sería camino fácil, aunque nada que el asombroso dragón no pudiera lograr, o al menos eso se decía envuelto en su manto de mentiras, cada vez más estrecha su salida.

Armado de valor decidió volver a entrar, no tenía oportunidad, para esos momentos su cordura se había desplomado dejando a cargo su locura.

En las minas ya había algo esperándolo, pequeños seres de sombras alimentados de pesares y malos pensamientos ¿Que son exactamente? Nadie lo sabe, aunque antiguos hechiceros reafirman que son la reencarnación de seres malignos.

Entro con la duda en mano, recordaba un poco de este lugar, camino en su interior con sus alas plegadas y colmillos blancos sobresaliendo ligeramente, el conocía el camino correcto apesar de no tener un mapa, algo lo guiaba sin camino alguno, era extraño que para este punto no lo hubiesen emboscado. Descendió en un suave vuelo por debajo de unos rieles los cuales rodeaban una entrada oscura, el dragón apenas piso la piedra húmeda sintió un familiar olor.

-Esos malditos bichos no están muy lejos... Apostaría mis alas a que este es su nido...-Murmuro quejumbroso, se adentro aun más, y siguió su camino por unos minutos.

Llego a el nido, las criaturas eran nocturnas por lo que se encontraban acurrucados o mejor dicho pegados por una secreción rosada la cual dejaba un horrible hedor.

La pieza faltante se encontraba a pocos metros, con sigilo la tomó y justo antes de irse esas cosas despertaron como si custiodaran la gema.

-¡Están muy equivocados su piensan que correré como un m#rica de nuevo! Vengan por mi si tienen las hagallas.- Realmente solo fue por impulso, al darse cuenta en la situación en la que estábamos tomó la gema y escapo lo mejor que pudo aunque no pudo esquivar todos los golpes...

Volo con alta agilidad, usando su aliento para iluminar el camino, después de ser correteando noto como eso, odiada la luz lo cual lo uso como un punto a su favor.
Cegado por la ira degolló algunos de esas cosas... Al parecer había quedado en una mezcla del líquido biscozo rosa y una sangre azulada.

En el mismo rio, volvió a limpiar meticulosamente sus escamas, viéndose a sí mismo con vergüenza en el reflejo.

-Supongo que estoy destinado a vivir así... Solo, como un monstruo...- Supiro reflexionando sobre sus recientes actos. -El lado bueno es....- No pudo terminar su frase ya que Eon quien había aparecido en el aire como si de humo se tratase, le había interrumpido.

-Veo que ya despertaste... Aun es muy temprano, no tenias el porque... -Su voz paro en seco viendo como el menor estaba herido, jadeando y con una actitud extraña. Eon se preocupo, tratando de sonar tranquilo le pregunto. -Haz estado haciendo algo en mi ausencia ¿O me equivoco? . -Cuestiono aunque la respuesta era evidente.

-Quizás. -Responder el dragón con la cabeza inclinada en señal de vergüenza. Algo agitado le dio las buenas noticias a su maestro. -Eon, ya busque la cosa esa... Quiero decir, la tengo en mis manos justo en este momento... -Empujándolo con su cola le mostró el cristal faltante.

Skylanders Academy: Al borde de la locura. जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें