ⵌ 4

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La primera vez que vi a Jungkook fue durante el segundo año de instituto, éramos como el agua y el aceite, demasiado distintos para lograr congeniar.

Él era un chico con energía para toda una legión, extrovertido a morir y siempre con palabras astutas para responder a los maestros. Yo lo odiaba por ello, no soportaba ver lo mal portado que era la mayor parte del tiempo; siendo el delegado de clase, fue en más de una ocasión un gusto anotar su nombre cuando un profesor daba indicaciones específicas y Jungkook no las cumplía. Verlo faltar por las suspensiones me hacía en extremo feliz.

Pero, a pesar de todo, Jungkook me devolvió sonrisas traviesas y miradas llenas de superioridad. Tal vez él me odiaba del mismo modo en el que lo hice yo.

Pensé en lo genial que sería no verlo más al iniciar la universidad, alejarme de su presencia y olvidar su rostro con líneas infantiles que lograban hacer rodar mis ojos. De las pocas personas que deseaba no cruzar palabra de nuevo en la vida. Soñaba llevar los años de facultad con los grandes amigos que llegué a tener en el instituto, o al menos poder recordar los buenos momentos de nuestra adolescencia. Sin incluir más al Jeon Jungkook que hacía de las clases su circo.

Para mi sorpresa, él fue el único que se quedó.


Febrero, 28

NOVIEMBRE 23 | JKMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora