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Mi padre ha enviado una nueva postal hoy, al menos en el tiempo que dura recorrer el océano entre Corea y Japón hace de la fecha un detalle sin importancia.

Las postales y sus notas tras ellas siempre son más reconfortantes que las secas palabras descritas en un mensaje de texto.

Un pasatiempo sano que mi padre ha tomado desde la muerte de mamá, si eso le hace sentir un vacío menor en el pecho, ¿quién soy yo para exigir el timbre de su voz?

En algunas ocasiones lo extraño, pero aquel hombre de risas fáciles y ojos agraciados no se parece en nada al que me he acostumbrado desde hace años. Yo tampoco soy el mismo. Somos piezas rotas que ya no encajan más en un todo. Tan insignificantes que el dedo pulgar podría borrarnos.

Rezo para que papá no olvide quién es. Porque ya lo estoy haciendo yo.


Marzo, 9

NOVIEMBRE 23 | JKMМесто, где живут истории. Откройте их для себя