ⵌ 9

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He visitado a mamá hoy, el clima fue una combinación perfecta de las que ella solía amar. Nada demasiado cálido, nada demasiado frío. El viento que soplaba con calma los árboles me hizo pensar que ella estaba conmigo, acompañándome en el silencio de pisar la lápida en la que descansa.

Aunque el tiempo pasa con rapidez, aún me siento como aquel día en el que se fue. Mamá partió justo antes del día de las madres, el ramo de flores frescas que había reservado con antelación no tuvo el destino que esperaba.

Nuestra familia se desplomó, sin ella juntando las piezas, mi padre y yo nos alejamos el uno del otro. Como si el vínculo sanguíneo fuese la obligación de seguir en contacto.

He llorado en el cementerio hoy, al igual que lo he hecho cientos de veces desde que la vi postrada en la cama de hospital. Con las cicatrices de sus muñecas en carne viva y la piel ceniza, con las ojeras profundas y el ceño fruncido en tristeza. No pude ayudarla, no pude hacer nada por ella mientras sus intentos se acercaban cada vez más al juego final.

La lápida es estéril, con el mármol blanco y las letras negras que deletrean su nombre. Verla me da la misma sensación de culpabilidad. Verla hace que en mis ojos haya un escozor de lágrimas nuevamente, que mi garganta se vuelva un nudo difícil de tragar.

Perdí mi vida con ella.

Hoy solo finjo que la máscara de lo que fui alguna vez no se rompa.

Mayo, 11

NOVIEMBRE 23 | JKMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora