Capítulo 30: Final

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Biel odiaba a Susy. ¿Cómo alguien podía ser tan insoportable? Quizá la genética de Bernard era la culpable de sus desgracias... Por muy linda que fuese con aquel par de colitas desde la que caían unos rizos chocolates, y tuviese un sol en cada ojo, Biel solo la quería lejos.

No estaba encima de él siguiendo cada uno de sus pasos, iba tras la amabilidad e ingenuidad de Terrence. ¿No sabía lo que era el espacio personal?, ¿no podía dejarlos solos?, ¿no era hora en que se fuese a su casa? Terrence era su amigo, por ende, le pertenecía a él. No se puede tomar a los amigos de otros.

— Caperucita se quiere comer al lobo, primera vez en mi vida veo semejante disparate — Trinity, con un pudín en la mano y un vaso de té helado en la otra, se mofaba del disfraz del alfa.

— Los tiempos cambian, ahora el lobo es la presa — Lucas se defendió con una sonrisa ladina, estrechando la cintura del omega, acercándolo en su dirección, plantándole un juguetón beso en la mejilla, haciendo que el gorro peludo en su cabeza se cayese.

Los adultos se habían sentado en la mesa del jardín, aparte de la que los niños usaban. Tomaban jugos en lugar de licor, los cigarrillos fueron prohibidos y las malas palabras eliminadas del vocabulario. Los temas de conversación pasaban del trabajo, las deudas, los achaques y molestar a Lucas, porque siempre era divertido meterse con él. La religión y la política fueron desechadas de inmediato.

Biel, aferrado al borde de la mesa, con las cejas casi unidas en una sola, y las mejillas levemente rojas, llamó la atención de los adultos.

— Su sobrina es una molestia, ¿puede llevársela de aquí? — dijo hacia Bernard, reluciendo la molestia en ese ataque de sinceridad.

Bernard se quedó pasmado, miró hacia la mesa de los niños, riéndose por la situación. Acostumbrado a ese tipo de inesperadas situaciones, solo llegó a carraspear para aclarar su voz.

— ¿Por qué te molesta tanto mi sobrina? No la conoces, no sabes si puede agradarte — quiso mediar, recibiendo el permiso de Lucas tras un asentimiento de éste.

— No necesito conocerla, no me gusta — insistió tercamente, buscando ayuda de sus padres al posarse al lado de ellos en la mesa — No nos deja en paz —

— Porque son los únicos niños aquí — Bernard volvió a defender a su sobrina, no realmente molesto por la brusquedad del infante en echarlos.

Biel se mantuvo callado, ciertamente era un buen argumento, si no fuese porque a él no le agradaba estar rodeado de muchas personas.

— Mi niño — Lucas finalmente intervino al notarle pensativo — ¿No crees que ella no te agrada porque estás celoso? — le cuestionó, posando su mano sobre su cabeza, con cuidado de no moverle la peluca sujeta con trabas en su cabeza — No quieres que te robe a Terrence —

— Sí, sí estoy celoso... Él es mi amigo, no pueden robarme a mi amigo —

— ¿Y qué tal si Susy se hace tu amiga también? — Nicolás se unió a la charla, esperando que su hijo pudiese expandir su pensamiento — Entonces tendrías dos amigos, es divertido jugar con muchas personas... Ella también podría estar interesada en lo mismo que tú —

Biel admiró en silencio a los tres adultos, expectantes de la conclusión a la que llegó por su cuenta.

— Bien, intentaré conocerla, pero si no me gusta, no me gusta — aceptó. Retornó sobre sus pasos, sentándose entremedio de los niños. Torpe al no saber cómo acercarse a ella. Relacionarse con desconocidos no era su fuerte, pero sus padres confiaban en él, y no quería defraudarlos — ¿Quieren pintar? — murmuró acongojado.

Un cachorro para dos tontosWhere stories live. Discover now