Historias diferentes: capitulo 12

1K 7 0
                                    

LA LOBA SUMISA INSACIABLE

Iba deambulando por un bosque, llevaba varios días perdida, sin saber a dónde ir, estaba hambrienta, con mis ropas rasgadas por las ramas y arbustos, que en el habían, el frió, se clavaba en mis huesos, sin fuerza en mi cuerpo, la niebla que había, casi no me dejaba ver, estaba apunto de desfallecer.

Cuando en ese momento, divisó a lo lejos una luz, resfrego mis ojos, para asegurarme de que era cierto, lo que ante mi vista se mostraba, puesto que bien en mi estado, podía ser una alucinación. Pero por suerte para mí, no, no lo era, me dirijo hacia allí, con las pocas fuerzas que me quedan.

Al llegar en el instante de ir a llamar en la puerta, me desvanezco, desplomándome en el suelo...

No sé cómo, ni cuando, ni por qué pero al despertar me encuentro en una habitación, mí vista está un poco borrosa, pero observo que está medio a oscuras y se aprecia, una suave luz de una vela, sobre una mesita de noche, la cual alumbra un sillón, parece ser rojo aterciopelado y en el casi sin apreciarse bien un hombre sentado, intento moverme para poder verlo bien, pero las pocas fuerzas que tengo, no me lo permiten.

Ha estás oigo una voz algo fuerte y enronquecida, que me dice...

- Ummm... Veo que ya despertaste.
Ayer ibas a ser mi cena, pero te vi tan frágil y bella, que me diste lastima, así que te dejé con vida.

-¿Qui... Quién eres? ¿qué... qué hago aquí? ¿qué... qué hago en está cama? ¿có... cómo he llegado hasta aquí?
¿Qué... qué cómo dices de... de que ayer iba a ser tú... tú... tú ce...?

Dije nerviosamente, sin recordar lo anteriormente pasado y sin que pudiera terminar de hablar, por qué en ese momento que yo estaba hablando, el se levantó del sillón, lentamente acercándose a mi, tapó mí boca con su dedo, susurrándome...

- Shhh... Caya haces muchas preguntas, te contestaré por esta vez pero no te acostumbres a que lo haga. Ayer llamaste a mi puerta, el cómo llegaste hasta ella es todo un misterio que desconozco, por qué nadie sabe la existencia de mí cabaña, cuándo fui a abrir la puerta te encontré desplomada en el suelo, te cogí entre mis brazos, te tumbé en mí cama, despertaste durante unos minutos, aproveche en darte algo de comer, parecías hambrienta, pero después volviste a desmayarte.
Espero que al contarte lo que te voy a decir ahora, no salgas corriendo, puesto que tampoco podrás ya que todavía no tienes suficientes fuerzas en tu cuerpo para hacerlo y me obligaras a devorarte si sales huyendo, así que más te vale que te quedes aquí conmigo.
Ummm... Verás yo soy un hombre lobo, no devoro a la gente, pero cuando interrumpen en mí casa, no me queda de otra más que atacar, pues tengo que defender mi hogar, vivo aquí solo desde hace muchos años, así que ya perdonarás mis malos modales, a veces soy un tanto brusco y tengo mal genio, no te asustes si me ves malhumorado, y he allí, la razón del por qué casi fuiste ayer mi cena.
Y bueno ahora me vas a contar tú quien eres y que hacías ayer en la noche en la puerta de mí cabaña en las condiciones en las que estabas.

Esas últimas palabras salieron de su boca en tono más serio, mí cuerpo tembló al escuchar aquello de que era un hombre lobo, pero por alguna extraña razón, que todavía desconocía, no quería salir de allí corriendo y no era por las pocas fuerzas que tenía, ni por miedo a ser devorada.

- Ummmm... Pues ummm... Oh ¡vaya! no, no recuerdo nada, la verdad es que no recuerdo ni
cómo me llamó!!!.

Exclamé un tanto preocupada, al darme cuenta de que no recordaba nada de nada, de mí vida, ni de cómo había llegado hasta allí.

Historias diferentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora