| Epílogo

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Estaba nervioso, loco. Illojuan tenía el sobre en sus manos y estaba haciendo una que otra broma junto con Gref. Par de boludos, yo solo quería que leyeran ya el nombre dentro del sobre. No importaba si no ganaba. El resto de los nominados eran mis amigos y yo estaría feliz con cualquier resultado.

Además, yo ya tenia mi premio. Lo había obtenido mucho tiempo atrás. De hecho, lo tenia a mi lado en ese momento. Vistiendo un hermoso vestido verde que combinaba perfectamente con su piel bronceada y esa larga cabellera castaña.

La mano de Nesa viajó a mi rodilla, era su señal para decirme que necesitaba calmarme. Entonces la miré a los ojos, a esos que tanto amo y me di cuenta de que estaba tan nerviosa como yo. Me sonrió con dulzura y yo casi me arrodillo a sus pies.

Era el mismísimo sol dentro de ese lugar. Nadie brillaba más que ella. Y lo mejor de todo era que era mía. Nesa se había convertido en mi sueño, en mi corazón..., en mi vida.

Coloqué mi mano encima de la suya.

No importaba el nombre que dijeran, yo ya la tenía a ella y con eso podría vivir feliz toda mi vida.

Entonces Illojuan volvió a hablar en el micrófono:

—Solo quiero dejar clara una cosa —Estaba mirando ya el nombre en el sobre—, y es que antes de entregar el premio me gustaría decir que el ganador es una persona que ha estado construyendo una comunidad increíble, y que no solo hoy, sino que en un futuro también seguirá creando cosas grandes —Hizo una pausa y todos aplaudieron—. Así que, el premio para streamer revelación de este año es para... —El muy boludo hizo otra pausa, y en ese momento pude escuchar la risita nerviosa de mi chica.

Cerré los ojos.

—Spreen —finalizó.

Silencio, y luego, la multitud estalló en aplausos y aclamaciones. Me forcé a abrir los ojos y lo primero que vi fue la sonrisa de Nesa. Sus ojos brillaban de la felicidad. Parpadeé un par de veces, pensando que aquello me despertaría del sueño. Pero entonces sus brazos me rodearon y entendí que no era un sueño.

Era realidad. Una realidad junto a todo aquello que amo.

La abracé con la misma fuerza y cuando nos separamos tuve unas ganas enormes de besarla, pero entonces alguien me tomó del hombro y me giró en sus dirección. Sebastián. Este gritaba de la emoción.

—¡Lo hiciste, loco!

Nos dimos un rápido abrazo y después más de mis amigos a mi alrededor me abrazaron. Cuando no quedó nadie más volví a colocarme frente a mi novia. Ella seguía mirándome con el mismo orgullo.

No podía pronunciar nada, así que solo le tomé las mejillas y ella dijo por mí:

—Ve a por ello.

Y eso hice. Me dirigí hacia el escenario con los vítores a mi alrededor. Abracé a Illojuan y Gref y por fin tuve mi premio en manos. Se me erizó la piel al ver mi nombre escrito en este. Realmente era mío.

Mi corazón latió apresurado, y entonces, frente al micrófono miré a la multitud. Una sala llena de comunidades, de personas con importantes trayectorias, de figuras que admiré toda mi vida, y de personas que apenas estaba conociendo. Y luego, luego estaba ella. De pie junto a su hermano. Mirándome con lágrimas de alegría en los ojos.

Suspiré.

Suspiré porque lo había logrado. Los dos lo habíamos hecho, y cuando dijera mi discurso y bajara de ese escenario nada habría terminado. No, de hecho, todo daría comienzo. Porque supe que al bajar correría de vuelta a ella, la abrazaría y la besaría hasta el cansancio. Y así el resto de nuestros días.

Así que tomé aire, y frente al micrófono agradecí a todos los que me ayudaron en el camino. Pero sobre todo, le agradecí a ella. Por no rendirse nunca conmigo. Por ayudarme a entender que no hay miedo lo suficientemente grande para impedirnos avanzar en la vida y tomar las cosas que amamos.

FIN

NUESTROS MIEDOS | IVÁN BUHAJERUKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora