Takemichi acude a una bruja poderosa y muy conocida por conceder los más profundos deseos, pero Takemichi en vez de pedirle poder, riquezas, joyas, títulos, etc. Él solo pide que ya no lo molesten en la escuela, la bruja sorprendida le pregunta por...
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Izana Kurokawa, una persona que es considerado un ser de sangre noble y que nunca en su lujosa vida privilegiada se acercaría a un ser tan insignificante como la plebe, osea aquellas personas sin titulo para ser consideradas importantes para él.
Toda su vida siempre tuvo ese pensamiento, "la gente pobre no tiene derecho a estar con los de nuestra clase" esa era la manera en como su familia, amigos y conocidos le enseñó hasta el día de hoy. Además, la rivalidad entre él y sus hermanos era igual de grande que la rivalidad con la sociedad en la que vivía, poder, honor, familia, título, clase y habilidades, todo eso era necesario para que al menos tengas un poco de la atención de Izana. Pero, aunque esas personas tuvieran esas cualidades y aspectos, Izana no dudaría en tirarles en sus caras que él y los de su sangre tenían más privilegios que el resto de la sociedad tan agria y competitiva rondaba a su alrededor.
Entonces, si todo esto era tan complejo para tener los ojos de la familia Sano sobre ti... ¿Cómo era posible que Takemichi Hanagaki lo cambiará todo en un instante en que lo miro a los ojos? ¿Acaso fue magia? ¿Una cosa del destino? ¿Acaso solo era un castigo divino? La verdad, eso no le interesaba, lo único que le interesaba al de ojos morados era seguir besando los labios del ya nombrado, seguir tocando su cuerpo, seguir oliendo su aroma y sentir su presencia junto a la de él.
Izana jamás pudo creer que podía estar junto a la plebe, pero Takemichi no era un plebeyo ordinario, él era único en su clase...
Las manos de Izana estaban sujetando la cintura de Takemichi con firmeza y posesión, literalmente impedía que el ojiazul pudiera zafarse de su agarre e impedir sus besos apasionados.
Takemichi estaba totalmente avergonzado, confundido, asustado, sorprendido y ansioso al mismo tiempo, era casi como si su cerebro tratara de procesar esa acción de afecto lo más rápido como podía pero se le era muy difícil. No obstante, no podía evitar sentirse algo emocionado de el solo hecho de que Izana besaba demasiado bien y que su toque, a pesar de ser posesivo no lo incomodaba mucho que digamos.
La luna era la única testigo del apasionado momento que solo ellos compartían, iluminando sus siluetas y haciendo un efecto tan hermoso que no se podía comparar con alguna clase de telenovela.
Ambos estaban como en una burbuja que impedía el paso del ruido, la gente y las molestias, solo estaban ellos dos compartiendo ese increíble momento y que dejaba en claro que sus cuerpos complementaban bien el uno con el otro.
Después de un par de minutos entre besos y lamidas, Izana dejó de besar a Takemichi y ambos se veían muy sonrojados (Takemichi estaba peor) por la reciente sesión de besos apasionados.
De alguna forma, ninguno se sintió tan avergonzado como para salir huyendo de ahí y no ver la cara del otro, ambos no tenían el valor para alejarse del otro, simplemente no.
Luego de unos segundos, Takemichi levantó muy avergonzado la cabeza y miró a Izana con aquellos ojos azules que le encantaban al moreno, preparo sus palabras y dijo.
