Capítulo 10

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El timbre sonó al abrirse la puerta, y Freen estaba agachada frente al refrigerador, limpiándolo mientras intentaba mirar a través del vidrio para ver a su nuevo cliente.

─ Enseguida voy contigo.

─ Tómate tu tiempo ─ la voz divertida de Rebecca se dirigió hacia ella a través de la cafetería vacía, Freen levantó la cabeza y maldijo al golpearla contra el borde del refrigerador.

Sonriendo mientras observaba a Rebecca mover lentamente su bastón de un lado a otro, serpenteando entre las mesas y sillas con precaución.

─ Rebecca.

─ Hola.

─ ¿Qué haces aquí?

─ Vengo a verte, por supuesto. Entré para echar un vistazo a la tienda de discos y sé que dijiste que estabas trabajando hoy, así que le pregunté al chico dónde estaba este lugar ─ explicó Rebecca encogiéndose ligeramente de hombros ─. Pensé que podría quedarme hasta que terminaras y tal vez podríamos caminar juntas a casa.

A Freen se iluminó la cara y se apoyó sobre el refrigerador, observando cómo Rebecca se acercaba al mostrador, un poco a la derecha de Freen. Arrastrando los pies hasta que estuvo directamente frente a ella, Freen le dedicó una suave sonrisa.

─ Me parece perfecto. ¿Puedo traerte un poco de té o café mientras esperas?

─ Claro, tomaré un té. El que creas mejor.

─ Ah, eso es tener mucha confianza en alguien a quien conoces desde... ¿cuánto es, dos meses?

─ Estoy segura de que está bien depositada ─ sonrió Rebecca.

Soltando una risa tranquila, Freen caminó hacia la caja y marcó el precio, observando cómo Rebecca sacaba con cuidado su cartera y dejaba que sus dedos rozaran los bordes de los billetes. Le entregó uno a Freen, quien dejando escapar una carcajada, ya estaba metiendo parte del dinero de sus propinas en la caja.

─ Yo invito.

─ Qué... no, no, pago yo ─ insistió Rebecca.

Freen resopló y se acercó para curvar los dedos de Rebecca alrededor de los billetes.

─ Intentas pagar con uno de cincuenta y no tengo cambio, así que... yo invito. Además, con la cantidad de té y café que me preparas en tu casa, es lo menos que puedo hacer.

A regañadientes, Rebecca guardó el dinero y dejó que Freen rodeara el mostrador y la llevara a una mesa, antes de comenzar a prepararle una taza de té de hibisco, llenando la taza con agua hirviendo y observando cómo lentamente adquiría un intenso color magenta. Freen agregó una pequeña cantidad de miel, se la llevó a Rebecca y la dejó delante de ella.

─ Té de hibisco con un poco de miel ─ explicó Freen, secándose las manos en la parte delantera de su delantal mientras observaba como Rebecca extendía la mano vacilante, sus dedos rozaban suavemente la porcelana caliente y se enroscaban alrededor del asa como un ancla, asegurándose de no perder donde estaba.

─ Gracias. Nunca he probado este.

─ Es agradable, como el de arándanos, pero me gusta un poco más dulce, así que... miel.

Sonriendo levemente, Rebecca tomó un pequeño sorbo, y Freen se dio vuelta y se ocupó limpiando algunas mesas mientras observaba como aquellos delgados dedos sostenían la taza de té con tanta delicadeza y los labios de Rebecca se entreabrían al beber un sorbo. Es sólo un enamoramiento, se recordó Freen, pasará. Supéralo; ella es tu amiga. Freen se aclaró un poco la garganta ante el ruido de la cuchara y el platillo mientras Rebecca dejaba su taza y le dedicó una sonrisa forzada.

Siempre nos hallamos en el mar  | FreenbeckyWhere stories live. Discover now