No soy él

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Tengo tanto amor para ofrecerte, mientras tú muestras escaso interés en recibirlo de mí.

Tengo tanto por expresarte y es claro para mí
que deseas escuchar las frases más hermosas,
los poemas más exquisitos,
pero narrados por su voz,
por su maldita voz.

Me hundes tan profundamente en la degradación; soy lo que deseas, pero no en mí, lo anhelas en otros ojos, en otro semblante, en otra persona.

Siempre sostuve que si para ser amado debo renunciar a amarme, sumirme en la tristeza y la melancolía, olvidar mi propio nombre y la esencia de mi poesía, entonces no deseo ser amado por ti.
¡Qué gran mentira!

Podría ser todo lo que anhelas,
cumplir con cada expectativa.
Sin embargo, eso no sería auténtico, no sería yo.

Podría yo fingir sosiego y quietud,
Pero siendo sincero
Prefiero yo ser como una llama de fuego
Que el viento la mueve a donde la gana le da.
Podría pretender ser un manso muchacho,
aunque dentro de mí arden pasiones desenfrenadas, ansiosas por liberarse.

Solo deseo ser amado no porque yo te ame.
Solo deseo ser querido no porque yo te quiera.
Pero, ¿hasta qué punto puede uno ser cruel? ¿Cuánto puedo aferrarme?

¿Por qué te resulta tan difícil brindarme tu amor?
Observarme a mí.
Me describes como un niño,
¡Cariño!
He transitado más camas que tú.

No me instes a marchar,
no arrebates estas ansias de amarte,
de anhelar estar a tu lado.
Amame.
Hazlo.
Simplemente hazlo.

¿Te resulta tan complicado sostener mi mirada?
Dime que me amas o mejor cállate,
pues ya conozco ese comportamiento;
ya lo presencié en otros ojos.

Ambos reconocemos que no fue amabilidad.
No te comportes con esa frialdad,
no es tu estilo, no te va.

¿Te resulta tan arduo hablar con sinceridad?
¿Cuál es la razón de querer tenerme como tuyo, sin que yo te pertenezca?

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