Capítulo 7

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Yeosang se fue media hora después de que Yunho me recordara la reunión. Le acompañé hasta la puerta y subí a mi despacho a paso rápido.

Yunho me interceptó en el pasillo que daba a la sala de reuniones. Su cara cambió levemente cuando vió la mía, pero se esforzó por mantener un rostro neutro.

–Informame.– exigí. Sentía una mezcla de nervios, enfado y frustración en la boca del estómago, lo que menos me apetecía ahora era enfrentarme a los jefes de zona para explicarles la situación y hablar de datos financieros. De todas formas todos se recogían en un Excel, no entendía la necesidad de ese tipo de reuniones.

Enfrentarme a sus preguntas sin tener respuestas sonaba jodidamente apetecible.

–Preveemos que el clan Choi invadirá la zona gris la semana que viene. Han estado recolectando a pandilleros mediocres y adiestrandolos para ser máquinas de matar. Además, entre las filas de su equipo hay más de un hombre entrenado por la élite.– su voz sonaba calmada, pero su forma de jugar con sus padrastros delataba su nerviosismo.

–¿Que dicen nuestros socios?– tomé rumbo a la sala de reuniones. El tiempo se me echaba encima.

Yunho me siguió mientras contestaba.

–G-Dragon no está a favor de la guerra, así que se ha abstenido de aportar donaciones.

–Ese cabron de qué lado está.

–De ambos, probablemente.

–Cree que soy idiota.– afirmé. G-Dragon era uno de los socios con el que más tiempo llevaba tratando, manejaba una de las ciudades circundantes. Solo se movía por interés, donde estaba el dinero estaba él, su lealtad no valía ni para limpiarse el culo.

–El clan Choi está generando muchos ingresos, en especial en el ámbito del entretenimiento ilegal– por llamarlo de una forma elegante– y ese es el negocio mas productivo de G-Dragon. No se puede arriesgar a tener a Jongho en su contra.

–Ese maldito club...

Yunho se quedó en silencio, esperando más órdenes por mi parte, pero yo solo fantaseaba con volar la cuidad por los aires. El autocontrol no era mi fuerte, pero en eso Yunho era muy bueno.

Abrí las puertas de la sala de actas, compuesta por una mesa gris apagado que ocupaba todo el espacio, las suficientes sillas como para abarcar toda la anchura de ésta, una television y un par de muebles del mismo color rancio.

Había un fólder con documentos en el fondo de la mesa, ya preparados y listos para ser revisados. A su lado, una tableta de funda gris, igual de colorida que el resto de objetos.

No me gustaba para nada esa combinación de tono grises claustrofóbica pero si quería dar una impresión de seriedad en las reuniones debía ser así. Mi despacho era la única zona que Yunho me dejó decorar a mi gusto. Yo era el jefe pero en esas situaciones Yunho poseía mejor criterio que yo, por algo era mi mano derecha.

–¿Que más?– proseguí, necesitaba toda la información posible antes de iniciar la reunión. Me apoyé en la mesa esperando su respuesta, no creí poder sentarme, implosionaria antes.

–Jimin está de acuerdo con la guerra. El resto se han negado.

Eso implicaba que tendría que convencerlos. Otra cosa más a la gran lista de responsabilidades que cargaba a espaldas.

–Dame una buena noticia
–Yunho me miró en silencio.– Yunho, dame una buena noticia.– Exigí.

–Seguimos superando el capital de Jongho en un cinco porciento.– dijo sin sonar muy convencido. Esa no era una buena noticia y él lo sabía, pero era lo mejor que tenía para ofrecerme entre todo éste caos.

I Want Big Boy Where stories live. Discover now