Concluyó su turno y Lisa y yo actuamos como si el comentario de antes nunca hubiera existido. Salimos rápidamente para dirigirnos al salón 7, donde tomaríamos una clase de artes plásticas con la profesora Jane Hudson. Fue muy amable y demostró excelentes habilidades docentes. Nos compartió que es originaria de Lawrence, acababa de cumplir 30 años y aún no se había casado.Después de su clase, llegó la hora del almuerzo, y la tarde estaba reservada para enfocarnos al cien por ciento en nuestras especialidades. También compartía especialidad con Lisa. Esta coincidencia me hizo sentir reconfortada.
Sin embargo, la gran sorpresa aguardaba al descubrir que la señora Lyndon sería la encargada de impartir nuestras clases de piano. ¿Qué podía ser peor? La perspectiva de enfrentarme a su estricta disciplina y sus comentarios severos en el contexto de la música me hizo cuestionar si el día podría empeorar.
— Yo voy a impartirles por esta semana las clases de piano —dijo Lyndon después de habernos saludado fríamente—. Como pueden ver en sus planillas, el profesor de piano es Joseph Savage, pero él tuvo que partir puesto que su esposa está enferma.
Después de esta explicación, solo nos quedó atender estrictamente a la lección. La clase resultó bastante aburrida, y a pesar de mi gran amor por el piano, ya me sentía distraída en mi primer día de clases. Debo decir que la actitud poco estimulante de la señora Lyndon no contribuyó en absoluto a despertar mi interés por su asignatura.
Finalmente, el reloj marcó las 4:30 de la tarde, y los campanazos de la plaza principal resonaron, anunciando el fin de la jornada escolar. Con prisa, recogí mis libros y salí del salón. Lisa me siguió rápidamente.
— Pensé que nunca terminaríamos —dijo Lisa, agitando su paso—. Voy a llamar a Dean. ¿Quieres acompañarme?
— Tenía pensado pasar por la biblioteca —reaccioné al momento, deseando unos minutos a solas para organizar mis pensamientos—. Hay varios libros que necesito buscar.
— ¡No hay problema! Nos vemos en el dormitorio entonces. ¿Podrías esperarme para ir a cenar?
Asentí, y ella se marchó. Continué caminando, intentando mantener la mirada alzada mientras mi mente se sumía en la vorágine de experiencias y emociones de este primer día de clases.
En realidad, no tenía intenciones de ir a la biblioteca; simplemente quería caminar y explorar más la escuela. Me adentré en la travesía, descubriendo lugares que hasta ese momento no había notado.
Mis planes de seguir explorando se vieron frustrados cuando divisé al señor Evans caminando en dirección opuesta a la mía. Afortunadamente, en el momento justo, tomé las escaleras que llevaban al pasillo que conducía a los dormitorios. Apresuré el paso sin mirar atrás, entré a la habitación, cerré la puerta y, con un suspiro de alivio, me dejé caer en la cama. No noté la presencia de Lisa.
— Amelie, ¿Qué te pasa? —Preguntó Lisa, dibujando una expresión de preocupación—. Parece que viste un fantasma, estás pálida.
— No te preocupes, amiga —la interrumpí dulcemente, intentando disipar su preocupación—. Es que venía casi corriendo para tomar un baño porque no quería que pensaras que me había ido a cenar sin esperarte. ¡Hey, llegaste rápido! —Dije cambiando de tema—. ¿Pudiste hablar con Dean?
— ¡Sí! —dijo emocionada—. Voy a contarte.
Comencé a fingir que la escuchaba, pero en realidad, muchas preguntas danzaban por mi mente. ¿Por qué me había impactado tanto el señor Evans? ¿Por qué lo evité en el pasillo? ¿Por qué estaba tan distraída? Estas incógnitas rondaban mi cabeza mientras intentaba mantener una conversación con Lisa.
Lisa terminó justo a tiempo para que pudiera tomar un baño relajante. El agua tibia ayudó a disipar un poco el estrés, y después de arreglarnos, nos dirigimos a cenar.
En la cafetería, nos encontramos con el señor Smith y la señora Lyndon, quienes anunciaban que a las 8 en punto debíamos estar en el teatro para discutir un tema crucial. No sé por qué, pero Lisa y yo nos miramos con un aire de preocupación. Terminamos rápidamente la cena y nos dirigimos directo al teatro, donde la ansiedad en el aire era palpable.
A las 8 en punto, el señor Smith comenzó a hablar.
— Solo llevan aquí un día los alumnos de primer año y ya comienzan a surgir problemas. Después de las clases, varios profesores y alumnos del último año nos reunimos para analizar cómo había marchado el primer día de clases. Esto es algo que hacemos siempre el primer día de clases. —Aquí hizo una pausa, tomó aire y continuó—. Todos llegaron a la conclusión de que el salón de clases, sobre todo en las lecciones de primer año, es como un cementerio. Todos actúan con temor a interactuar, temiendo que esto pueda interpretarse como una violación del reglamento.
Estuve tan inmersa en mis pensamientos que apenas percibí lo que el señor Smith estaba expresando. Para mí, solo había sido un día caótico que ya estaba llegando a su fin.
— Queremos confiar en que sabrán respetar las normas de nuestro colegio, así que hemos decidido flexibilizar el monitoreo de las interacciones entre chicos y chicas. De hecho, estaremos incrementando las actividades extracurriculares para que puedan conocerse mejor, ser buenos compañeros y hacer del colegio un lugar lleno de risas, creatividad y mucho arte.
La señora Lyndon no parecía estar complacida con dicha medida, pero supongo que no le quedó más remedio que acatar las órdenes.
— Espero que tengan muy claro que las relaciones amorosas quedan estrictamente prohibidas —dijo Lyndon— y que recuerden las consecuencias de iniciar una. Recuerden que hasta las 10 de la noche pueden estar fuera de sus dormitorios. Una vez dadas las campanadas de las 10, nadie puede estar fuera de sus dormitorios a no ser que así lo dispongamos.
Finalmente, culminó aquel momento en el que la señora Lyndon nos recordaba el reglamento. Nos mirábamos unos a otros, aún desconcertados. Cuando dejamos el teatro, el reloj marcaba casi las 9 de la noche, por lo que tendríamos una hora para socializar un poco más.
Fue genial sentirnos un poco más libres. En cuestión de minutos, Lisa y yo habíamos entablado conversaciones con más de 5 chicos a nuestro alrededor. Ella mostraba con orgullo su bello anillo de compromiso, mientras yo hablaba apasionadamente de varios libros que había leído.
Cuando vimos que era cerca de las 10 de la noche, nos despedimos de nuestros nuevos amigos y fuimos corriendo a nuestros dormitorios. Ya en la cama, vistiendo la ropa apropiada para dormir, aún sentíamos una extraña sensación de relajación y alegría.
— ¡Vaya día el de hoy! —Exclamó Lisa—. ¿Vas a dormir?
— Aun no. —respondí—. ¿Te importaría si uso la lámpara de la mesa de estudio?
— Para nada. Eso sí, amiga, no te quedes despierta hasta tarde. Necesitas descansar. ¡Buenas noches!
También le deseé buenas noches a Lisa y me puse a leer un poco más. Ahora Lisa ya duerme, y yo aprovecho para escribir. Realmente creo que hoy fue un día revelador. Aun así, no puedo evitar sentirme atrapada. No me gusta esa sensación.
Mejor olvido todo. Quiero intentar dormir y que llegue otro día.
ESTÁS LEYENDO
Oasis Path©(Spanish Version)BOOK 1 OASIS SAGA
FantasyAmelie Johnson comienza una nueva vida en el colegio de artes de Lawrence. Su estancia en ese lugar comienza a llevarla por caminos insospechados y pronto descubre que toda su vida ha estado envuelta en verdades a medias. Por si fuera poco, debe lid...