Lawrence, 27 de enero.
Hoy experimenté la sensación de que el amanecer transcurría más lentamente de lo habitual. Quizás la emoción del nuevo camino que había decidido emprender influyó en esa percepción.
En las primeras luces de la mañana, abordé el tren y me acomodé junto a una ventanilla, dispuesta a sumergirme en la lectura de un libro. Sin embargo, no logré avanzar mucho. Mi respiración se volvió agitada, y el temor de una recaída me invadió brevemente.
Al levantar la mirada en un intento por tranquilizarme, descubrí la razón de mi inquietud: Alex Evans ocupaba un asiento a poca distancia del mío. Era como si mi ser entero pudiera percibir su presencia.
Decidida a hablar con él una vez que llegáramos al colegio, me dirigí hacia su asiento. Justo cuando iba a pronunciar unas palabras, él alzó la mirada que mantenía fija en un libro.
— Señorita Johnson, veo que está recuperada. ¿Se siente bien? — La forma en que pronunció esas palabras resonó fría y distante. Pude percibir únicamente una cortesía superficial en su tono, pero sabía que no podía esperar más después de todas las mentiras que le había dicho durante el incendio aquel día.
En pocos instantes, mi mente se nubló y, sin más que el deseo ferviente de disculparme y revelar todo lo que realmente sentía por él, respondí:
— Mucho mejor. Gracias por preocuparse. Yo…
— Me alegra escuchar eso —me interrumpió bruscamente —. Espero que recupere las clases perdidas. Hemos dado contenido nuevo.
Agaché la mirada, sin saber cómo soportar su tono glacial y su mirada distante, especialmente después de haber escuchado palabras tan dulces de su boca. Ya estaba decidida; nada me haría cambiar de opinión. Hablar con él era algo que, definitivamente, no pospondría.
— Me pregunto si tendría tiempo para hablar conmigo una vez que llegue al colegio — le pregunté.
— Sí, lo tendré —respondió sin cambiar de expresión —. Estaré en el salón de clases, puede pasar cuando desee. Hoy no tengo ninguna lección planificada.
Asentí en un gesto de aprobación y aguardé unos instantes, ilusionada con la posibilidad de que tal vez me invitara a sentarme a su lado. No obstante, la realidad se impuso rápidamente, recordándome que eso era imposible. Regresé a mi asiento mientras él se sumía nuevamente en su lectura.
A lo largo del trayecto, mi mente no dejaba de dar vueltas a todo lo que quería expresarle a Alex. Alzaba la vista, lo observaba, pero él parecía no percatarse de mi mirada. No logré leer ni una sola página; solo simulaba estar inmersa en la lectura.
Finalmente, arribé a la escuela y me dirigí apresuradamente al dormitorio. Empecé a ordenar mis pertenencias con rapidez, ansiosa por salir corriendo a ver a Alex. Sin embargo, en ese preciso instante, Lisa hizo acto de presencia.
— Amelie, ¡ya estás aquí! — exclamó, envolviéndome en un fuerte abrazo —. Te ves muy bien. ¿Necesitas ayuda?
De inmediato, consideré que aceptar su ayuda sería la mejor opción para ganar algo de tiempo.
— Sí, Lisa, agradezco que me brindes tu ayuda. ¿Podrías asistirme con el resto de mis cosas? — le pedí, asegurándome de haber guardado mi diario en un lugar fuera de su vista —. Necesito ir a entregar mi reporte médico y cuento con el tiempo justo para incorporarme al próximo turno de clases. De hecho, si notas que no me presento, lo más probable es que me quede atrapada con la consejera estudiantil en lo que respecta a la recuperación de las materias.
— ¡Oh, sí! ¡No hay problema, amiga! — dijo ella sonriendo —. Toma mis apuntes por si tienes que quedarte en consejería. Te serán de utilidad.
Agradecí a Lisa por su gran ayuda y salí disparada hacia el salón de Historia del Arte. Una vez frente a la puerta, me aseguré de que nadie me estuviera observando y la abrí.
Al cruzar el umbral, me encontré con la presencia de Alex, quien giró la cabeza en mi dirección al sentir la puerta. Yo, de espaldas a esta, permanecí inmóvil durante unos instantes, mi mente debatiéndose sobre el próximo paso a dar.
— Bien, señorita Johnson. ¿Qué desea hablar conmigo?
Nuevamente, Alex Evans logró agitar el océano de mis ojos. Las palabras se atascaron en mi garganta. En cuestión de segundos, mis ojos se llenaron de lágrimas al enfrentarme a la realidad de tenerlo en frente, aunque apenas dirigiera su mirada hacia mí, evidenciando su rechazo.
Dejando de lado cualquier consideración sobre las posibles consecuencias, si alguien pudiera entrar inesperadamente o si él me rechazaría de la forma más cruel —algo que, evidentemente, merecía—, corrí hacia él y lo abracé con fuerza.
— ¡Perdóname, por favor! — Supliqué entre sollozos — ¡He sido una tonta!
Sus brazos fuertes me tomaron de los hombros rápidamente, separándome bruscamente de su cuerpo.
— ¡¿Estás loca?! — Preguntó alarmado, corriendo para asegurarse de cerrar bien la puerta. Luego, tomando mi brazo y arrastrándome hacia la oficina donde había tomado la decisión más estúpida de mi existencia, comenzó a recriminarme por mi actitud.
— ¿Qué quieres de mí? ¿Burlarte? ¿Qué rayos te pasa? ¡Mide tus acciones!
— Alex, yo no… — Traté de explicarle.
— No me interesa escucharte, Amelie —me interrumpió con un aire de alguien que siente que ha perdido —. Te dije que para mí solo serías una alumna. ¡Nada más! Ahora, por favor, sé discreta y márchate. No quiero problemas.
— ¡Alex, por favor, escúchame! — Supliqué, mirando al suelo.
Y es que no podía mirarle a los ojos. Sentía una oleada de horror al recordar todas las cosas que le había dicho en ese mismo lugar. Aunque no tuve que esforzarme mucho, él comenzó a recitar esas palabras sarcásticamente.
— ¡¿Me gustaría sentir lo mismo que sientes tú, pero no creo que sea así?! ¡¿Tal vez confundí mis sentimientos?! — Preguntaba enojado — ¡¿Eres muy atractivo?! ¡¿Creo que estoy deslumbrada por cómo luces y por lo mucho que sabes, tu forma de hablar… no sé?!
— ¡Basta, ya no sigas por favor! —Volví a suplicar desesperada — ¡Tienes que escucharme! Nada de lo que dije aquel día es verdad. Por favor, trata de entender.
— Lo único que entiendo es que me tomaste por tonto, Amelie — dijo con la rabia retratada en su rostro —. Lo que yo siento por ti es real. Tú, al parecer, estás confundida.
— ¡Lo que yo siento también es real… y muy fuerte! —grité —. Tengo que luchar a diario con esto que estoy sintiendo. Pensé que podía dejarlo ir porque sé que los demás no lo entenderían, pero saber que tú sientes lo mismo por mí es simplemente demasiado. ¿Cómo crees que voy a lograr resistirme a eso?
— De verdad no sé qué creer — dijo mirándome como se mira a un completo desconocido —. No sé si creerte.
— ¡Alex, por favor! — Supliqué, dispuesta a pedirle perdón y rogarle hasta convencerlo —. Tuve que mentirte porque pensé que podía vivir con esto y olvidarlo. No creía ser lo suficientemente valiente para enfrentar a todos.
— ¿Y ahora lo eres? — Preguntó incrédulo.
— No, pero estoy determinada a serlo —dije firmemente —. Quiero ser valiente por ti, pero también por mí. Quiero vivir una vida donde los miedos no sean ataduras. Este es el primer paso.
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Oasis Path©(Spanish Version)BOOK 1 OASIS SAGA
FantasyAmelie Johnson comienza una nueva vida en el colegio de artes de Lawrence. Su estancia en ese lugar comienza a llevarla por caminos insospechados y pronto descubre que toda su vida ha estado envuelta en verdades a medias. Por si fuera poco, debe lid...