ℳ𝒾 𝒶𝓉𝒶𝓊́𝒹

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Estrecho y pesado, pero es mío.
Nada sencillo, sofisticado, pero es mío.
Oscuro y sombrío, pero es mío.
Me encierro noche y día, en el ataúd.
Mío.

Cubierto de plantas, tierra y flores.
Cuando adentro no estoy yo.
Mis deseos, esperanzas y rencores.
Los guardo en mi ataúd, donde seguros van a estar.
Ningún saqueador se atreverá a mirar.

Porque tiene mi nombre tallado
En grandes letras manuscritas,
Y de mi sangre está manchado,
Con lágrimas y tinta.
No lo mires, querido, mírame a mi.
No lo veas, querida, veme a mi.

Los mata la curiosidad.
Los mato de ella.

Les interesa la incógnita, pero no se atreven a preguntarme.
Me tiene delante.
Y no me ven.

¿Tanto te importan mis secretos?
Nadie los quiere escuchar.
Pero todos los quieren saber.

Por favor, no caves en la tierra,
No muevas las plantas
Ni quites las flores.
Se destruye tan fácil la barrera.

No, mi cielo, no mires adentro.
¿Me seguirías queriendo si supieras?
No, mi amor, no lo abras.
No en contra de mi voluntad.
Por favor, siéntate y hablemos con claridad.
La que el sol no nos da.
Mira mis ojos que reflejan la luna,
Y oye el susurro de mi voz.

Mi ataúd, que gotea sangre y lágrimas,
No se limpia con la lluvia.
Lo lleno de pétalos y palabras
Para suavizar mis noches,
Pero lo que ahí guardo no se puede ablandar.

Por favor, prométeme que no mirarás.
Si lo haces, te irás.
Y tendré que guardar mi decepción
Junto a las demás.

Si te vas, limpia tu rastro,
Devuelve las flores a su lugar,
Mírame una vez,
Y no vuelvas más.

Salúdame en la lejanía,
Y quédate con la interrogante,
De lo que en mi ataúd guarda
De las miradas de los pasajeros visitantes.

𝕾𝖚𝖘𝖕𝖎𝖗𝖔𝖘 𝖉𝖊 𝖚𝖓 𝖛𝖆𝖒𝖕𝖎𝖗𝖔Where stories live. Discover now