RICHARD - 12

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Otra vez estoy en esa disyuntiva absurda, en la cual no puedo simplemente eliminar a Oliver.  Es cierto que el hombre es aparentemente correcto, pero eso es solo la superficie,  él al igual que todos, también tuvo una época de rebeldía y la prueba es ese gran tatuaje en su brazo derecho.

Los santos no se tatúan ¿o sí? Ojalá la única cosa que arrastra de aquella época fuera el tatuaje, pero no, tras eso llegaron los problemas de juego.   Es un gran problema estar reportado como deudor en los bancos, pero los cobradores de apuestas, suelen ser mucho más persuasivos que los bancarios y no existe una base de datos oficial en la cual verificar.

Ya voy a completar el mes sin tener a mi mujer a mi lado y eso me tiene de pésimo humor.  Sé que ella no tendrá sexo con Oliver, pero saber que está arreglando matrimonio con otro, no es una imagen mental que me ayude y aún faltan aproximadamente ocho días para poder ir por ella.

Con memoria o sin memoria, en ese tiempo ya no tendré que estarme preocupando por Miller y podré moverme a mis anchas e ir por ella.  Roberto está cuidándola desde lejos con un pequeño equipo de seguridad adicional para evitar sorpresas, pero enserio necesito tenerla cerca, así sea por poco tiempo.

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Sus padres no la dejan sola ni a sol ni a sombra y si me acerco con uno de ellos presente, tendré todas las de perder con Lorena, obviamente estando sin memoria, ella les creerá todo.  

—La dejaron sola —la voz de Roberto al otro lado de la línea, me dice lo que llevo esperando por dos semanas.

—Entrégale la nota, viajo de inmediato.

Cuelgo la llamada y hago otras dos para garantizar los preparativos que quiero para nuestro reencuentro.  Cuelgo la última llamada y me encuentro con un mensaje de whatsApp en el cual me dicen:  ahí estaré.

Indudablemente ese es el nuevo número de Lorena, así que lo guardo, para posteriormente tomar lo que necesito de casa y salir a reconquistar a mi mujer.  

Llego con tiempo suficiente, pero quiero comprobar su llegada primero, así que aparcamos el coche a cierta distancia hasta que la veo entrar.  Está arreglada de forma sencilla, pero eso no quita el porte ni la clase que refleja.  

¿Cómo es posible que se vea aún más hermosa? Muero por abrazarla y que su olor llene mi cama, aunque también debo confesar que me agradaría que tuviéramos tiempo para que juguemos a la enfermera y cuide mi herida por unos días.  

Me descubre pensando en eso y no puedo ocultar mi sonrisa al imaginarla.

—Te extrañé —digo sin más.

—Sé que no tienes memoria, pero no te preocupes, yo te haré recordar y si no lo recuerdas, simplemente haré que te vuelvas loca por mí nuevamente —le digo muy quedo a su oído y aspirando de ella ese cautivador olor que tanto he extrañado.

—¿Insinúas que estaba loca por ti? —realmente estamos locos el uno por el otro, pero, ¿quién cuenta esas cosas?

—¿Te parece si entramos y seguimos discutiendo sobre locura mientras comemos? —una sonrisa de suficiencia surca mi rostro a la vez que le indico el camino.

Ingresamos al lugar y nos ubicamos en una pequeña mesa, en el balcón del segundo piso. Realmente el lugar quedó espléndido, mucho mejor de lo que había supuesto.

—¿Hemos estado en un sitio parecido antes? —Su mirada muestra extrañeza mientras observa detenidamente el lugar.

—Sí, nuestra primera cena, fue en una locación parecida a esta, el restaurante tenía más estrellas, pero, dada la premura, espero que pases eso por alto.

TE DECLARO MÍODonde viven las historias. Descúbrelo ahora