[Jujutsu Kaisen BL]
Las cosas han cambiado para la sociedad e Itadori Yuji se dedica a ensuciarse las manos en una ciudad donde las cosas cada vez se vuelven más crueles. Ha experimentado en carne propia todo tipo de tragedias, pero llegó un punto e...
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«ERROR DE PRINCIPIANTE»
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Hace 10 años.
La televisión resonaban en el salón de la familia Itadori, mientras mamá se mantenía sentada en el cojín frente a la pantalla, sus ojos en ningún momento se apartaban de lo que sucedía. A su alrededor corría el inquieto Sukuna mientras arrastraba un peluche que había atado a un cordón de uno de sus muchos zapatos.
—Mamá, apaga eso —Él ni siquiera esperó una respuesta de la mujer que parecía hipnotizada por la TV—, Suna está mirando también.
—Él ni siquiera está prestando atención —ella siguió con la mirada al niño que corrió hacía la habitación, lejos de donde se encontraba su progenitora.
—Incluso así, puede oír lo que está sucediendo afuera —Yuji se sentó junto a su madre—. No quiero que tenga miedo.
No era más que un adolescente, pero sabía bien que debía cuidar no sólo el cuerpo de su hermanito, sino que también estaba en su propósito, velar por su mente. No era lo ideal que un niño mirara ese tipo de cosas, las noticias no eran más que muerte y dolor. Apenas se había aprobado la ley en contra de Deltas y Gammas, las tropas gubernamentales comenzaban a moverse para acabar con cada uno de ellos y era una total sorpresa para cualquiera que no fuese un Alfa.
Yuji temía que su hermano viera la masacre y lamentablemente aquellas noticias, lo que más habían enseñado durante las últimas horas era la forma en que cesos y entrañas volaban. Reporteros corrían entre el caos y salían ilesos, sólo aquellos que eran Alfas u Omegas, incluso los betas podían moverse en el caos sin ser agredidos, como si fuesen intocables, el ejército simplemente los ignoraba, después de todo el objetivo eran Deltas y Gammas, nadie más. En la pantalla se podía ver con claridad el momento justo en el que los cuerpos caían inertes al suelo, podían oírse también gritos de auxilio y llantos que terminaban apagándose luego del eco de los disparos. La calle era un desastre, porque se había decido el exterminio total de esas dos razas.
