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"Lobito, ayuda un poco a papá, ¿sí?"

"Aaaa"

Marcos suspira estresado al ver a su hijo volver a tirar su juguete una vez que lo sienta por décima vez en su gimnasio de juegos y que ha trasladado a la cocina para tenerle controlado. Pensaba que preparar los biberones, de agua y leche, además de algo de fruta para salir en unos minutos no sería gran cosa.

Debería haber sabido que Nico no se lo iba a poner tan fácil, menos aún cuando cada día está más mayor y revoltoso.

El último hito es que ha aprendido a aplaudir y tiene la imperiosa necesidad de demostrarle todo el rato, por lo que lleva media hora intentando que el cachorro no gatee hacia él para llamar su atención y rogar por que le sujete en brazos.

No puede alistar todo lo necesario con su bebé encima suya.

Ese día, el cual tenía libre después de un par de días de guardia sin apenas ver a su familia, tienen que ir al médico.

La razón lo tiene nervioso desde hace una semana que tuvieron la primera cita con el doctor Evans después de su celo. Es el alfa obstetra que la doctora Zoe les recomendó y Marcos tuvo que guardarse su orgullo y ceder a pesar de odiar la idea de otro alfa tocando a su omega.

De igual manera, dejaron pasar los días antes de acudir a la consulta pues tenían demasiadas cosas que asimilar.

Aprovecharon ese tiempo para comunicar a todas las personas de su entorno su enlace. Cree que todavía puede escuchar el chillido de su madre y hermana en sueños.

Ambas, junto a su padre, habían vuelto dos días después de su celo para traer a Nico y lo primero que vieron al entrar por la puerta fue un Agustín con una sonrisa radiante y una marca completamente curada en su cuello.

Las omegas no paraban de prestar demasiada atención a la marca, sin tocarla, pero él desde su habitación sintió como Agustín estaba empezando a estresarse, por lo que rápidamente apareció a sus espaldas para rodear su cintura y calmar a su omega.

"Lo estás agobiando, déjalo en paz"

Solo se llevó una mala mirada de su madre y padre, pues entendían que todavía siguiese con ese comportamiento posesivo ante lo reciente de su lazo. Él sabía que ese sentimiento no iba a cambiar más adelante, pero si le sirve de excusa, lo utilizaría para que nadie tocase a Agustín.

Un poco más de lo mismo pasó con sus amigos de la estación y Alan y Martín.

Gritos de felicidad, algunas lágrimas y sonrisas cómplices pusieron fin a unas semanas un poco frenéticas que acabaron con ambos en el médico para hacer aquello que habían ocultado a todos sus familiares y amigos.

Querían saber si Agustín estaba embarazado.

Ambos no creen que sea posible, aun menos después de lo que le dijo el doctor sobre su condición, pero él mismo quería esperar a los resultados de las pruebas para darles datos más concretos y avanzar desde ahí.

No podían descartar nada.

Hoy se despejaran todas sus dudas. Es por eso que no puede retrasarse para recoger a Agustín de la cafetería y lleva media hora escuchando a un pequeño bebé gritando y dando palmadas que en otro momento haría que se le cayese la baba.

Palmadas y gritos que ya no se oyen por la sala.

Sus ojos se abren y deja la fruta a medio cortar para mirar hacia atrás y confirmar que el cachorro no se encuentra dónde lo dejó.

"Mierda"

Corriendo como pocas veces en su vida, va hacia el salón y lo que ve le hace frenar en seco. Como si moverse fuera a arruinar la hazaña que su hijo parece lograr sin darse cuenta.

ɴᴏ ʟʟᴏʀᴇꜱ ; ᴍᴀʀɢᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora