1.- Summer Love

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🍰 Bienvenid@s a esta nueva aventura de las Juliantinas 🍑

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Kenia marcó un punto de inflexión en mi vida. Apareció, puso mi mundo patas arriba y se me escurrió entre los dedos como los finos granos de arena de la playa donde nos conocimos.

Mi nombre es Valentina y este último año ha sido el más raro y convulso de toda mi vida. Acabado mi doctorado y con matrícula cum laudem en mi tesis y tras haber mandado mi curriculum y mi propuesta de trabajo a decenas de Instituciones, se agolpan en la mesa de mi escritorio media docena de ofertas de Universidades de distintas zonas del planeta que desean contratarme como investigadora. La nanotecnología es mi campo de estudio. Necesito un cambio de aires, así que estoy por aceptar la oferta de la Universidad más alejada de mi mundo y de mis problemas: Sidney, Australia.

Sólo he tenido un novio en mi vida, Louis, con el que empecé a salir estando ambos en la Universidad. Era un chico dulce y delicado conmigo, romántico y detallista y yo, la verdad, siempre estuve bien con él. Le quería, creía, aunque quizás me faltara pasión y entrega. Y cuando me refiero a él utilizo verbos que expresan un tiempo pasado, porque ya no estamos juntos. Quizás soy fría o poco tierna. Nunca sentí por él ese desbaratamiento que refieren las novelas románticas, esas mariposas en la tripa que nos venden las películas. Por eso, cuando hace tres meses me pidió que nos casáramos, no supe qué decirle. Se sintió defraudado conmigo y convino que si después de dos años siendo novios, no tenía claro si quería compartir mi vida o no con él, la respuesta, por mucho que doliera, era que no. Me dijo adiós, cogió un vuelo a Dublín y desapareció de mi vida.

Así las cosas, mi mundo, ahora, es un caos de contradicciones, de decisiones y de consecuencias, que me abruman. Mis padres tienen una casa de veraneo en Cádiz, en la costa, de forma que pensé que lo mejor que podía hacer en este momento de total desconcierto en mi vida, era escaparme allí. Y aquí estoy. El mar siempre ha sido como un bálsamo para mi espíritu, me calma, me da sosiego y anestesia mis pesares. Y así he recalado en esta costa, buscando esa paz interior que tanto necesito ahora.

Es mi primer día de playa. Llego temprano. Me gustan las primeras horas del día, cuando la playa luce solitaria y el sol calienta mi cuerpo sin abrasarlo. Son las nueve y media de la mañana y acabo de llegar con una toalla colgada al hombro, un libro bajo el brazo, el ipod, un poco de dinero y la crema solar en los bolsillos de mi vestido. Apenas hay otras dos docenas de personas en toda la playa. Me gusta así. Me quito la ropa, me tumbo boca arriba y cierro los ojos. Vacío mi mente y sólo escucho el golpe de las olas al romper cerca de la orilla. Me incorporo, me apoyo sobre mis codos y observo la línea del horizonte. Una chica se coloca cerca de mí. Es extranjera, seguro, su piel la delata. Como no se ande con cuidado se va a cocer como las gambas. También está sola. Ha roto mi calma, pero ha despertado mi curiosidad. Se acomoda en una silla de playa y saca un libro "Death Comes to Pemberley". Lo sabía, es extranjera. ¿De dónde será?

Me tumbo boca abajo, abro mi libro y comienzo a leer. Son ya las once de la mañana. La gente comienza a llegar a la playa; a la desconocida y a mí, nos rodean una pareja de ancianos, un grupo con media docena de chicos y chicas, y otro bañista solitario. La pandilla de adolescentes ríe a carcajadas y habla en un tono de voz como si lo hicieran para alguien colocado en el otro extremo de la playa, así que decido que ha llegado el momento de darme un chapuzón. Al pasar al lado de la desconocida, me mira y me sonríe. Hago lo mismo. El agua está fresca y me gusta. Nado diez minutos y vuelvo a tumbarme en la toalla. Me coloco mi ipod y en media hora ya tengo el bikini seco; ha llegado el momento de marcharme, de dejar sitio a la masa de gente que comienza a abarrotar el lugar. Recojo y me dirijo a uno de los bares del paseo marítimo. Pido un zumo de naranja y un bocadillo de jamón. Abro mi libro y continúo leyendo. El bar está a rebosar de gente, pero yo he tenido mucha suerte de encontrar una mesa en la terraza.

A fuego lento (Juliantina AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora