Capítulo 8

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Fluke se sentía sucio, utilizado, humillado.

Pero debajo de todas esas sensaciones, como una corriente, había una furia que apenas podía contener.

Esa bofetada había aliviado la furia sólo en parte. Lo había engañado desde el principio. ¡Se había reído de él! Jamás lo había corregido cuando lo llamaba Stavros. Le había prometido localizar a Ohm Kyriakis. ¡Lo había seducido!

Que él hubiera sido un participante activo y dispuesto en esa seducción lo ponía enfermo. No era más que un mentiroso, un hombre con dos caras. Una persona tan malvada que había dedicado su vida a arruinar a su padre por algo que ocurrió en el pasado. Un rencoroso. La clase de hombre que cualquier persona inteligente evitaría como la peste. Necesitaba darse una ducha, pensó, sintiendo una ola de náuseas. Pero le temblaban las piernas mientras iba hacia la escalera.

— Parece que buscabas a Ohm Thitiwat por una cuestión personal — sonrió Athena, saliendo de la cocina con un paño en la mano.— Y él parecía muy contento de verte... —entonces se dio cuenta de algo. — Pero a Ohm Thitiwat no le gustará que tu prometido esté aquí para verte. No es un hombre al que se deba enfadar, te lo advierto.

Ni al que se debiera abofetear seguramente, pensó él.

— ¿De qué estás hablando, Athena?

— El señor Frobisher llegó en el ferry esta tarde.

¡Troy! Lo que le faltaba.

— Es una suerte que tuviera habitación para él — siguió Athena — pero la verdad es que no me siento cómoda con esta situación. Ohm Thitiwat es un hombre muy poderoso y ha hecho mucho por la isla. Gracias a su generosidad tenemos una clínica, un colegio nuevo y muchas cosas más No le hará gracia saber que su rival se aloja en mi casa... y no se lo merece.

Lo que se merecía era quemarse en el infierno, pensó Fluke, furioso. Pero le daba igual, no pensaba pasar un segundo más del necesario en aquella isla. Había sido utilizado y humillado y si volvía a ver a Stavros... a Ohm, seguramente lo mataría.

— Nos iremos en cuanto sea posible, no te preocupes. ¿Conoces a alguien que pueda llevarnos a Atenas? ¿O alguien que pueda llevarnos a una isla más grande donde esperar el ferry?

Athena sonrió, aparentemente contenta.

— El ferry no se ha ido todavía porque tenían que hacer unas reparaciones y no saldrá hasta las siete de la mañana. No te preocupes, yo te despertaré a tiempo.

Asintiendo con la cabeza, Fluke subió la escalera. La viuda Stephanides estaba deseando librarse de ellos, aparentemente. Aquel hombre tan vil parecía tener asustada a toda la gente a toda la isla, pensó.

Cuando entró en la habitación, encontró a Troy tumbado en la cama. Pero él lo había dejado plantado.

¿Por qué había ido a buscarlo, por qué se creía con derecho a invadir su espacio?

Le daban ganas de estrangularlo. Fluke, la persona más calmada del mundo, se estaba convirtiendo en un maníaco homicida por culpa de Ohm Kyriakis.

— ¿Se puede saber qué demonios haces aquí?

— Ya era hora — dijo Troy, pálido, su pelo rubio despeinado mientras se incorporaba de un salto. — Llevo siglos esperándote.

— ¿A qué has venido?

— Perdona que haya sido tan antipático — se disculpó él entonces. — Es que llevo horas esperando...

— ¿Y se puede saber qué esperabas, Troy?

Venganza sobre un inocente Kde žijí příběhy. Začni objevovat