Epílogo

497 78 3
                                    

Cuando esos deditos mojados se acercaron a su cara, el corazón de Ohm se llenó de amor.

Empapados después de jugar en la piscinita que él había construido con sus propias manos, los gemelos, Andreas y Eleni, eran casi tan preciosos para Fluke, como su querido esposo. Ohm los tomó en brazos, sin preocuparse porque le mojaran el elegante traje gris. Los dos tenían el pelo oscuro como el suyo, pero los ojos grises de su padre y él los adoraba. Casi tanto como adoraba al chico que se acercaba por el jardín, su sonrisa sólo para él, esa sonrisa tan preciosa, embarazado de su tercer hijo.

— Así que esto es lo que hacen los hombres griegos... tener a sus esposos embarazados todo el tiempo — rió Fluke.

Ohm dejó a los gemelos sobre el césped para mirar a su esposo a los ojos, lleno de amor.

Casi cuatro años de matrimonio y la vida no podía ser más maravillosa.

— Tengo algo que decirte — Ohm lo abrazó, besando su pelo. — Hoy he dejado de trabajar.

Fluke levantó la cabeza y lo miró, sorprendido. Cuatro años de matrimonio y aquel hombre aún podía sorprenderlo.

— ¿Y eso?

— He tomado una decisión firme — le dijo, como solía decir Fluke cuando estaba muy decidido.

Por ejemplo, cuando él sugirió, aun con pena, que con dos niños y otro en camino deberían mudarse a una casa más grande.

— Desde luego que no — se había negado, con firmeza. — Sencillamente, ampliaremos esta casa.

Y eso habían hecho, ampliar la casa hasta que fue casi dos veces el tamaño de la construcción original. Lo bastante grande como para acoger a tantos hijos como tuvieran... más una niñera. Por no hablar de Andreas, que a veces se alojaba allí durante unos días o la familia de Fluke, llegando en masa para pasar las vacaciones.

Ohm lo llevó hacia la mesa del patio, bajo una enorme higuera.

— Hoy he firmado la venta de todas mis empresas — le contó, sentándose y colocándolo a él sobre sus rodillas para poner una mano en su abdomen. — Con unos beneficios fabulosos, naturalmente.

— ¡Naturalmente! — rió Fluke, enterrando la cara en su cuello. — ¿Pero no echarás de menos el trabajo?

— No, cariño mío, no lo echaré de menos —sonrió él, buscando sus labios. — Pero te echaba de menos a ti todos los días cuando no tenía más remedio que irme de viaje para atender mis negocios. No podía concentrarme como debería... era un tormento.

— Y eso no puede ser, por supuesto —murmuró Fluke, sobre sus labios, su corazón lleno de felicidad.

Nunca había sabido que pudiera existir un amor así.

— Claro que no. El gran Ohm Thitiwat incapaz de concentrarse en los negocios, eso era imposible. Pero no tendré ningún problema concentrándome en ser un padre de familia... y el más fabuloso amante de mi maravilloso esposo.

Y Fluke no tenía la menor intención de discutir.

F I N

Venganza sobre un inocente Where stories live. Discover now