Día 10: Gargantilla

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Desde niño, Lucerys había acompañado a su abuela Rhaenys a su estudio donde diseñaba las más hermosas y delicadas gargantillas, aquellas que los alfas solían regalar a sus omegas para que éstos lucieran con orgullo sus mordidas de lazo, el pequeño castaño pasaba horas observando como la vieja mujer transformaba aquellos dibujos hechos a lápiz en obras de arte brillantes, las cuales se agotaban en cuestión de horas y no era para menos, Rhaenys Velaryon solo sacaba una colección por temporada que era compuesta por piezas únicas e irrepetibles.

Con el pasar de los años, Luke comenzó a soñar con recibir una de esas hermosas gargantillas de parte de su alfa. Sin embargo, aquel sueño parecía estar lejos de cumplirse, pues el omega ya tenía veinticinco años y los alfas con los que había salido hasta el momento no estaban interesados en comprometerse.

El asunto empeoró cuando su hermano menor Joffrey, volvió a casa con la noticia de que se casaría pronto y quería que su abuela hiciera una gargantilla especial para él, aquello dejó un poco deprimido al castaño pues ahora incluso su hermano pequeño había obtenido lo que él había deseado.

Su cuñado Aegon, el esposo de su hermano Jacaerys, había estado observándolo al momento de la noticia y pudo notar en sus ojos la tristeza, por lo que decidió animarlo llevándolo de compras, durante la muy divertida salida, Lucerys pudo olvidar por un momento el pequeño dolor de no encontrar un alfa que se comprometiera lo suficiente para tomar la decisión de enlazarse. Sin embargo, en un momento en que ambos omegas tomaron lugar en una mesa de la enorme cafetería dentro del centro comercial, el rubio decidió iniciar una conversación que creía su cuñado necesitaba.

-Luke- llamó de forma suave.

-¿Si?- los ojos del castaño lo miraron de forma curiosa.

-¿Estás molesto porque Joffrey va a casarse y tendrá una gargantilla?- preguntó de forma serena.

-Yo... - las manos del omega menor jugaron sobre su teléfono con evidente nerviosismo- No estoy molesto porque Joff vaya a casarse- masculló.

-Pero si porque tendrá una gargantilla- exclamó con una sonrisa comprensiva, viendo al castaño asentir lentamente- No deberías sentirte mal por eso, es decir, no hay una regla estricta de que un omega solo deba usar una gargantilla luego de enlazarse, eso es una estúpida creencia de la sociedad- mencionó tomando de las manos al omega.

-¿Qué quieres decir?- preguntó con duda.

-Yo usaba gargantillas incluso antes de salir con Jace, claro que me miraban raro- una sonrisa se formó en el rostro del rubio al recordar las miradas que le dedicaban otros omegas- pero me sentía bien al usarlas y ¡Dioses! Me veía fabuloso- exclamó riendo acomodando su cabello- A lo que voy es que no deberías dejar que una "regla social" te impida usar algo que te gusta y tampoco deberías esperar que ningún alfa idiota te dé algo, si tú mismo puedes obtenerlo.

Lucerys miró a su cuñado con evidente admiración, desde la primera vez que había visto a Aegon supo que el omega de su hermano no era alguien común pero ahora podía entender un poco el porqué Jace estaba tan enamorado del rubio, él llevaba su propia visión del mundo y no dejaba que nadie se interpusiera.

Luego de aquel día, Luke pidió a su abuela crear una línea de gargantillas especiales para él, la matriarca Velaryon en un inicio le miró de forma dudosa pero cuando el castaño le explicó lo que quería, estuvo de acuerdo en crearle al omega una línea exclusiva para que su nieto pudiese lucirla y aunque esto había causado mucha polémica sobre los omegas que usaban gargantillas sin marca de lazo, luego de algunos meses, se había vuelto popular el uso de éstas.

De eso había pasado dos años, ahora Lucerys tenía veintisiete años y se encontraba en su estudio donde ahora también diseñaba sus propias gargantillas y al igual que su mentora sacaba una colección única por temporada que era agotada en cuestión de horas.

-¿Luke?- llamó su atención su prima Baela.

-¿B? ¿Qué haces aquí?- preguntó confundido despegando su vista de la hoja donde dibujaba embelesado.

-Lo mismo te pregunto, ¡Hoy es tu fiesta de compromiso!- casi gritó la morena exasperada- y ya vas tarde.

Lucerys miró confundido su reloj y notó que en efecto, su prima estaba en lo correcto, aquella noche sería su fiesta de compromiso con su alfa, mientras corría por los pasillos de su estudio junto a Baela para llegar a la enorme mansión Velaryon, solo para encontrar a un risueño Aegon quién reía divertido diciendo que el prometido del castaño estaba histérico pensando que el joven omega se había arrepentido y lo dejaría plantando en la fiesta.

El omega subió a toda velocidad hacia su habitación donde sus primas, hermano y cuñados le ayudaron a vestirse y peinarse para la ocasión, para cuando bajó tanto la música como las luces se atenuaron para su entrada, lo cual lo hizo tener que contener su risa pues aquello parecía más una boda que una fiesta de compromiso, sus mejillas se sonrojaron cuando en medio de la pista de baile, la cual era rodeada por todas las mesas de los invitados, pudo divisar a su prometido, Aemond Targaryen, hermano de Aegon y el alfa que en cuanto se conocieron decidió conquistarlo, aunque Lucerys se había negado en un principio temiendo que el rubio fuera igual a todos los otros alfas que había conocido antes, no tardó en caer cuando viendo que con el pasar de los meses el alfa solo parecía querer comprometerse más y más en su vida de pareja, finalmente viviendo juntos luego de año y medio de relación.

Hacía poco menos de una semana, el rubio menor se había puesto de rodillas a mitad de una hermosa cena organizada en un exclusivo restaurant ofreciéndole una bonita caja de terciopelo que guardaba una hermosa gargantilla que el castaño reconoció como una pieza diseñada por su abuela, la misma era de oro blanco con un diseño parecido al de dos dragones sosteniendo una hermosa esmeralda, si bien el diseño era simple se notaba que los detalles eran habían sido muy trabajados y aunque Daemon, su padrastro se gruñó y se enojó mucho finalmente el compromiso se había llevado a cabo.

Ahora estaba allí en su hermosa fiesta de compromiso, junto al alfa que siempre había soñado y disfrutando de sentir aquella bonita gargantilla en su cuello, aunque internamente agradecía haber dejado crecer su cabello un poco más allá de sus hombros pues aquello le ayudaba a ocultar la reciente marca de lazo que Aemond le había rogado por tener con él.


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Lo sé, lo sé voy muuuuchos días atrasada pero prometo ponerme al día antes de año nuevo jajaja mil gracias por leer mis pequeñas historias ♥

OmegacemberWhere stories live. Discover now