Día 12: Bozal

352 29 0
                                    

-Alteza, no debería dejar que le hagan esto- exclamó el hombre mientras le ayudaba a acomodar las correas de aquel odioso artefacto- Si hablara con su madre sobre su situación, estoy seguro que la princesa Rhaenyra haría algo- el enojo en el viejo hombre era notable.

-Y eso demostraría que soy solo un cachorro que no puede valerse por si mismo, no quiero darle esa satisfacción a la reina Alicent- Joffrey no despegó su vista de enfrente.

-Pero, príncipe si... -

-¿Terminamos? Ya casi es la hora permitida para hacer mi visita- cortó el castaño antes de que su sirviente siguiera con su sugerencia.

-Sí, alteza, está perfectamente atado- afirmó

Joffrey se puso de pie y se dirigió hacía el espejo, asegurándose que todo estuviera perfectamente acomodado, sabía que la reina había pedido aquello solo para humillarlo, para acabar con su paciencia y que renunciara a su omega pero no lo haría, aún si debía llevar ese maldito bozal todo el día como si fuera solo un animal, no le daría el gusto a su futura suegra de rendirse. Daeron era su omega y él no iba a abandonarlo como lo habían hecho otros alfas.

Caminando lentamente por el pasillo, sabía que los sirvientes y algunos señores lo miraban extraño por llevar esa cosa en su rostro, incluso sabía que entre la corte había bromas sobre aquello pero hizo caso del consejo de su hermano mayor Jacaerys e hizo oídos sordos a esas cosas.

Cuando las puertas de la sala que daba al jardín real fueron abiertas para que él pudiese entrar y encontrarse con el rubio menor, Joffrey se sintió aliviado, desde un inicio algo en Daeron lo había atraído, había algo en el omega que hacía que todo a su alrededor desapareciera.

-Alteza- saludó Diana, la doncella que debía estar presente en sus reuniones con Daeron por orden de la reina.

-Diana- saludó de nuevo el castaño con un asentimiento.

-¡Joff!- Daeron se levantó de su asiento y se lanzó a los brazos del alpha quien lo recibió gustoso- Mi madre aún te obliga a usar estar cosa- gruñó el omega, tocando las correas del bozal.

Daeron recordaba bien la furia de su madre cuando descubrió que el hijo menor de Rhaenyra había puesto sus ojos en él, y aquello no era para menos, la reina ya había visto como los dos hijos mayores de la rubia habían logrado llevarse a sus dos hijos mayores, la princesa Helaena había sido casada con el joven lord de Invernalia, el rubio sabía que la esperanza de su madre estaba puesta en él. Sin embargo, también sabía que la mujer estaba llevando todo demasiado lejos, ya que aunque el rey había permitido el cortejo, Alicent en su primera visita pidió que el joven alpha llevara un bozal pues no estaba completamente segura de que el castaño no cediera a sus impulsos y marcara a su pequeño hijo aunque aquello sonaba un poco forzado y ridículo, Joffrey estuvo de acuerdo.

-Solo unas lunas más y luego no será necesario- lo calmó el castaño.

-Es injusto, tú no vas a morderme sin mi consentimiento, yo lo sé- Joffrey amaba que su omega supiera que nunca lo forzaría a nada, solo marcaria a Daeron si el rubio estaba de acuerdo.

-Es aún más injusto no poder besarte ahora- murmuró abrazándolo lo mejor que podía.

-Altezas- llamó la doncella, quién les miraba un tanto sonrojada desde su lugar- Les daré unos minutos.

-Gracias- respondieron ambos príncipes al mismo tiempo.

Durante esos pocos minutos en que Diana salía de la sala, ambos jóvenes se dedicaban a marcarse el uno al otro con sus feromonas, aquellos momentos hacían sentir a Joffrey que todo su esfuerzo, valía la pena. Sin embargo, las reglas absurdas de la reina Alicent estaban escalando intensidad, como si la mujer estuviera decidida a hacer que el alfa renunciara a su hijo pero Joffrey soportó todas y cada una de aquellas reglas, logrando solo sacar el mal humor de la reina.

Cuando llegó la tercera luna de cortejo, que tradicionalmente era donde se ponía fecha a las bodas, todos los miembros de la familia real fueron llamados a la sala del trono, el alfa se sorprendió de ver a su madre y padrastro en el lugar, junto a ellos se encontraban sus hermanos con sus respectivos consortes, sonriéndole en señal de apoyo aunque pudo ver un brillo de furia en los ojos de sus hermanos y padrastros, tras verlo con el bozal puesto.

El rey Viserys pidió a Joffrey que se quitara el artefacto, el cual luego de tiempo de uso había dejado algunas cicatrices en el guapo rostro del castaño.

-La boda entre el principe Joffrey y el principe Daeron, se realizará en dos lunas- sentenció el viejo rey luego de un discurso sobre la unión familiar.

-Quisiera pedir que se realice en nueve lunas- exclamó Alicent dando un paso al frente.

-Creo que ya se te dieron demasiadas concesiones, Alicent- Daemon fue quién habló mirando con seriedad a la mujer.

-No logró entender a que se refiere con demasiadas concesiones- la reina miró con enojo al príncipe canalla.

-Se refiere a que día tras día haz puesto reglas absurdas al cortejo de mi hijo y su omega- esta vez habló la princesa heredera- Incluso lo hiciste usar un bozal como si fuera un animal- le reclamó.

La pelirroja miró al rey de forma incomoda- Majestad, entenderá que esto fue solo para preservar el honor de nuestro hijo, nadie podía asegurarnos que el principe Joffrey no mordería a Daeron sin consentimiento, incluso nuestro hijo estuvo de acuerdo en esta regla.

-No fue así, madre- contradijo el rubio menor quién se encontraba a espaldas de su madre- Nunca estuve de acuerdo con ninguna de esas reglas absurdas, mucho menos con el bozal, te lo había dicho en varias ocasiones- exclamó haciendo que todos dirigieran sus miradas a la reina- Debido a que no me escuchabas tomé la decisión de escribir a mi hermana para que estuviese al tanto- confesó el rubio menor.

Joffrey lo miró desde su lugar sorprendido, pues no esperaba que su omega se preocupara tanto por su situación y fuera capaz de acusar a su madre.

Alicent miró a su alrededor incomoda, esperando que alguien dijera algo a su favor. Sin embargo, aquello no sucedió ni siquiera ser Criston Cole habló a su favor.

-¿El príncipe Joffrey quiere una compensación por lo ocurrido con su tiempo de cortejo?- preguntó Viserys desde su lugar con un tono calmo.

Todos en la sala quedaron en silencio, se sabía que si el castaño menor pedía aquello la reina podría ser severamente castigada, la mujer no era ajena a ese conocimiento y comenzó a temblar en su lugar, conocía la furia de los príncipes dragón y rezaba a cada uno de los siete que el castigo impuesto no fuera tan severo pero contrario a lo que imaginó, el príncipe Joffrey caminó hasta estar frente a su abuelo.

-Mi rey, yo...- comenzó diciendo el castaño- no quiero compensación alguna, solo quiero que mi boda con el príncipe Daeron sea en la siguiente luna- exclamó con voz firme, dejando a todos los miembros de la corte sorprendidos, su familia no se sorprendió pues sabían que a pesar de que Joff era el más salvaje de los tres castaños, también poseía un corazón muy bondadoso.

-Así será, el príncipe Joffrey Velaryon y el príncipe Daeron Targaryen contraerán nupcias la próxima luna- anunció el viejo rey, quién había esperado aquella petición.

La familia del castaño se acercó para felicitarlo por su pronto matrimonio, Daeron también se acercó a su alfa, logrando envolverse de aquella cálida unión familiar. Por su parte, Viserys miró con alegría aquella unión y al momento de retirarse de la sala del trono, pudo ver a su esposa observar la situación también, la mujer le miró con cierto miedo sabiendo que aunque el castaño no había pedido que se le castigara, aún así su esposo le daría una reprimenda.

OmegacemberWhere stories live. Discover now