GRIS.

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Me dijeron que cuando hablo solo pinto paisajes nocturnos y cielos cerrados.

El cielo solo esconde un color ante los ojos adecuados.

La monocromía con la que vivo no me deja disfrutar de los colores. Dicen que el mar es azul, porque refleja el cielo. Pero el cielo es azul solamente un par de meses al año. Y el mar lo refleja, como quien habla con un extraño y sincroniza, sin saberlo, sus gestos, sus expresiones y su cadencia, para que no se sienta desplazado.

Pasan por mis iris cientos de colores y todos reflejan tonos extraños, solo conozco el gris, más luminoso o más oscuro. Una especie de paleta de aquellas épocas. Blanco y negro, y de fondo un niño mirando el cielo. Y disfrutando.

Monocromía en el habla y mucho miedo a ser juzgado.

Me dijeron que cuando hablo solo pinto paisajes nocturnos y cielos cerrados. Barrios grises y bosques helados.

Tengo nubes en la mirada y mis manos arrastran un viento gélido.

Quizás en tu recuerdo, en una polaroid a buen recaudo, fue el que me quito el gusto y el tacto.
La vista ya venia de antes, tampoco estoy preocupado.

La nostalgia, que me recrimina cada paso adelante que doy, me zancadillea por norma y me quedo atrapado. Me caigo como un niño jugando en el parque, pero al poner las manos para no hacerme daño, nadie viene a limpiármelas y a quitarme la tierra de la ropa. 
Vivo en el acantilado, ni arriba ni abajo.
Vivo cayendo, mirando a un cielo nublado y a un mar gris. 

Monocromía en las venas, en la sangre helada de un niño asustado.

Me faltan los colores, porque los dejé olvidados en unos ojos marrones. 
Aquel día que me sonreíste, me sacaste los colores. Creí que estaba solamente sonrojado.

Pero los colores aún no han regresado.

Ruido. Ecos.Where stories live. Discover now