Capítulo 1: Una decisión que cambiará mi vida

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Riiiing.

Sonó el timbre que anunciaba el cambio de clase. Miré el horario: Educación Física. Me tocó Educación Física. Eso significaba que tenía que pasar por el pasillo, para llegar al polideportivo. Y ver... Gente. Ya lo pasaba suficientemente mal en clase, rodeada de gente como para que tenga que ir por el pasillo. ¡Qué se le iba a hacer! Recogí las cosas de la mesa y me preparé para salir del aula.

Mientras caminaba por el pasillo, escuché.

_ ¡Mes del año! ¡Ven aquí!

Era el mote que más me ponían. No sabía que hacer. ¿Debía salir corriendo o girarme?

Prefería la primera opción, pero no hizo falta elegir.

Por delante, llegó uno de esos matones frotándose el puño.

_ ¿Qué queréis? _ pregunté, tambaleándome y tiritando, por el miedo.

Sin obtener respuesta, el chico que se frotaba el puño, me estampó lo previamente frotado en toda la cara con toda su fuerza.

Por el golpe, me caigo al suelo.

Después, desaparecieron.

Con a cara manchada de sangre, me dirijí a los baños para lavarme la cara mientras el timbre que anunciaba el principio de la clase.

Me habían roto la nariz. Nada grave. Bueno, sí, pero no es nada en comparación con la rotura del fémur que me hicieron el año pasado.

Al llegar (a los baños), después de haberme lavado a fondo, me puse dos trozos de papel de váter en cada orificio de la nariz. Así ralentaría la hemorragia.

_ ¿Se puede saber qué haces aquí y no en clase? _ apareció la Jefa de Estudios malvada por la puerta.

_ Yo...

_ No. Nada justifica lo que acabas de hacer. Vamos a Jefatura. ¡Rápido!

Me llevó al lugar mientras yo la seguía con la cabeza gacha. 

Llamó a mi madre mientras yo esperaba en una de las sillas de la estancia.

A los minutos, llegó mi madre.

_ ¿Qué ha hecho mi hija?

_ Ha estado en el baño cuando debería estar en clase.

_ Pero yo...

_ Nada de peros. Tendrías que estar ahora mismo en el polideportivo. Si tuvieras que haber ido al un baño, estarías en el polideportivo, en los baños de ahí, así que no hay excusas.

_ Pero...

_ Señorita, ¿qué va a tener que hacer en consecuencia Abril?

_ 3 días de expulsión.

_ Me parece justo.

_ Pero mamá...

_ Ni peros ni peras, de esto ya hablaremos en casa. Y olvídate de que quedar con nadie y menos coger algún aparato electrónico.

Si no me querían escuchar, que no me escucharan.

Me sacó mamá del Instituto agarrándome del brazo.

_ ¡¿Se puede ser más gilipollas!? ¡Faltar a clase! De verdad, no se puede ser más imbécil que tú. Y encima, pensabas que nadie se iba a dar cuenta. Esto, es tu futuro, tu vida. Si no sacas buenas notas aquí, serás una idiota toda tu vida. Aunque más idiota de lo que eres, es difícil serlo. ¡No podrás ser bióloga si sacas malas notas! Es que esto es increíble.

Cada vez que soltaba un insulto por boca, lo remarcaba para que se quedara bien claro.

Mamá, desde que yo nací, tenía el gran sueño de que su hija fuera bióloga como ella. Por eso le importaba mucho el Instituto.

Yo, sinceramente, no sabía que hacer. Si ser profesora, cantante, escritora, matemática... Bióloga tenía claro que no, porque no me gustan los animales. Tampoco las plantas. La naturaleza, la admiro, pero de lejos. Me daba asco cada vez que tocaba algo que no sabía lo que era. Pero claro, todo eso lo descubrí antes del peor día de mi vida.

El peor día de mi vida fue el 2 de mayo de 2021. Supe que iba a ser el peor día a las 11:20. Era un sábado. Me acuerdo perfectamente.

Cuando yo salí de la peluquería, un sábado cualquiera, me llegó un mensaje. Un mensaje de un número desconocido. Decía ''menudo cuerpazo, nena''. Decidí bloquearlo. Seguramente sería alguien que se hubiera drogado o se hubiera confundido. Luego, me llegó otro que decía ''¿De dónde has sacado esas tetas?'' Volví a bloquear el otro número. Así, repentinamente, me fueron llegando mensajes de números desconocidos con comentarios eróticos u obscenos. Hubo uno que me dijo algo clave: ''En vez de colgar  esta foto en redes, podrías publicarla en una web porno. Tendrías más visitas''. Me alarme mucho. ¿Cómo? ¿Qué? Busqué mi nombre en Google. Al ver los resultados casi me da un vuelco al corazón. ''Abril, puta a la venta. Su número es...''.

No pude seguir leyendo, porque casi rompo a llorar. Ese título venía acompañado de una foto mía, completamente desnuda. Me acordaba perfectamente de esa fotografía, solo que cambiaba un pequeño detalle: llevaba ropa. Esa foto era de fin de curso del Instituto. Era yo con un vaso de agua y un sombrero de estos que suelen poner para hacerse fotos. Pero aquí iba completamente desnuda, sin ropa interior ni nada. Cuando pude dejar el el teléfono, me acerqué a mi madre y le dije:

_ Mamá, me ha pasado algo.

_ Seguramente no sea nada. Y ahora déjame que tengo que hacer una cosa.

Llegamos a casa y mi madre se fue directa a la cocina.

Yo subí hasta mi habitación. Se me acababa de ocurrir una idea. Sólo tenía que prepararla.

El Alba De La Luna LlenaWhere stories live. Discover now