lavender haze

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Media noche.

Total oscuridad alrededor, pero ella esta despierta, ella esta mirando al techo junto a él, quien se mantiene en completo silencio, descansa, ausente a cualquier indicio de que Annabeth no copia su acción.

Por la mente de la rubia solo trascurren, como un film, cada momento en compañía de su novio y como cada vez algo diferente en sus vidas aparecen, momentos que sabe y no manejar... mierdas nuevas.

Pero ahí, ya sentada en la cama que comparte con Percy desde hace tres años, cuando se mudó con Percy al iniciar la universidad, se siente rodear por la lavender haze  de la que tanto habla Swift en su álbum; es mágica, atrayente y hasta adictiva, como una droga.

Su relación esta tan condenada como ella. Sabe lo que Atenea, Poseidón y hasta Frederick piensan sobre esto... ellos esperan o miles de kilómetros de por medio o bien un gran anillo en su dedo.

Pero a Annabeth no le importa, ni la opinión de sus padres, su supuesto suegro o las personas. La tienen de menos los susurros de "¿Será su esposa? ¿Es su pasatiempo? De seguro todo es un juego. Son infantiles. No saben de responsabilidad" que la acompañan todo el día todos los días. Todos asumen que se convertirá en su prometida, porque ellos solo tienen dos tipos de mujeres en su mente: la de una noche o la de una vida.

"Idiotas" eso es lo que ese conjunto de empresarios adinerados y lo demás del mundo son. Unos malditos patriarcas sin visión, sin sentimiento, sin experiencia de amor.

Al final, ella piensa con una sonrisa, yo soy la que disfruta, no ellos

Y ella solo quiere quedarse en esa neblina lavanda de la que tanto investigo. Annabeth solo pide que los días y las noches de su vida sean con la boca de Percy por su cuerpo, nada más. A la mierda los demás.

Ella lo siente moverse bajo las sabanas. Deja a la vista su torso desnudo y solo la visión la marea de locura. Su ritmo de respiración le eriza la piel y aquella reacción hace que ella sonría como el gato de Alicia.

Se imagina el humo morado saliendo por debajo de su cama, una situación parecida a como cuando fueron la noche anterior a la disco: un humo de colores azul, morado y negro los rodeaba mientras se perdían en la música, juntando sus cuerpos, susurrando en el oído del otro las cosas que harían al llegar a casa. Con besos, caricias y toqueteos que emocionaban el ambiente, que los excitaban a ellos.

Mil ojos y mil luces de cámaras les dieron la bienvenida al salir del lugar, pero él solo supo alzarla para que le rodeara la cadera con sus piernas mientras estampaba sus labios con los de ella. Fue un beso intenso, fuerte, de esos que la dejaba suspirando y por lo que al siguiente día seria llamada a la oficina de su madre.

—¿Qué se supone que significa esto, Annabeth?

El periódico fue expuesto nada más cruzo la puerta. Intentó evitarlo, pero no pudo evitar sonreír.

—Mi novio y yo, dándonos un beso.

—¿Un beso? Parece que se van a follar en ese mismo instante, Annabeth.

—Ummm no —ella pareció desinteresada mientras tomaba asiento—. Ahí no, pero no puedo decirte lo mismo luego de que llegamos... fue una noche muy larga —enfatizó lo ultimo en tono cantarín.

Atenea la miró mal, molesta, escandalizada y sorprendida por el descaro.

—¿Quién se supone que eres? Porque la mujer que di a luz estoy segura que no es la que tengo frente a mi.

—Tienes razón —respondió con determinación en sus ojos, cambiando su apariencia relajada a una retadora—. Soy la que encontró su felicidad y ahora la disfruta, no la que vivía por tal de complacerte a ti y a Frederick.

Percabeth (taylor's version)Where stories live. Discover now