mine

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Una sonrisa.

Solo una sonrisa era lo que ella necesito para investigar lo esencial de él, como que estudiaba Biología Marina y trabajaba medio tiempo en un restaurante cercano.

Lo que la había llevado a ese justo momento, sentada en una mesa al fondo, con un libro al cual intentaba leer, pero desde que lo vio, aquella actividad le había resultado imposible.

Estaba repasando por cuarta vez la página, intentado captar lo que decía y no lo que a su alrededor sucedía, cuando su voz le erizo la piel.

—¿Esta lista para ordenar, señorita?

Annabeth alzó su rostro, y el chico juro nunca haber visto unos ojos tan hermosos como los de ella. Un tono gris tormenta que lo dejo mudo.

—Amm... —la rubia por su lado, sufrió algo parecido. Ya sabía que sus ojos eran verdes, pero no ese tono de verde, uno que le recordaba al mar, la playa y la tranquilidad que todo eso le traía—. Sí... supongo que un cheesecake de arándanos y un batido de vainilla estará bien.

—De inmediato —él ni siquiera apuntó su orden, sencillamente se fue y Annabeth intentó concentrarse en La poética del espacio, que como buena lectora de Bachelard, ahora leía.

El chico de ojos bonitos regresó un rato después, para su sorpresa con lo que exactamente había pedido.

—Para la bella dama una rebanada de cheesecake de arándanos y un batido de vainilla, provecho —la ojigris se sonrojó ante el adjetivo, pero murmuró un "gracias" tímidamente y lo suficiente audible para que el pelinegro la escuchara.

Degusto con placer cada trocito de su postre y hasta que estaba a la mitad del batido se hizo la pregunta de "¿Por qué se encontraba ahí?"

Ella no era de las que se enamoraba ni a primera y menos a última vista. No, si a algo Annabeth Chase sentía desagrado era al amor... por lo menos desde lo de sus padres.

Se tomó el batido y luego saco la billetera de su cartera mientras se acercaban a pagar a la barra... esto de actuar como una boba enamoradiza no era propio de ella.

No pensó más y salió de ahí, dispuesta a regresar a su dormitorio en la residencia universitaria.

Estaba tan cerca de llegar cuando un recuerdo la detuvo en seco: Su bolso.

Sus cuadernos, libros, libreta de bocetos... todo, todo ahí.

—Maldita sea —apretó los ojos, intentando no nublarse por la reciente molestia a sí misma que crecía en su interior—. Tal ves eso te sirve para no andar de tonta, Annabeth —se regañó.

Antes de tan solo darse la vuelta para regresar, un grito sonó al aire:

—¡Annabeth! —su nombre, su nombre proveniente de la voz que momentos antes había escuchado.

Respiro profundo... de seguro se lo había imaginado...

—¡Annabeth! —vale, eso la hizo voltearse extrañada y verlo.

¿Ese era él? Al parecer sí
¿Y con su bolso en mano? También ¿Corriendo hacia ella como si la conociera? Ajá.

—¡Oh, Dios! Creí que no te alcanzaría —tomó una gran bocada de aire e intento calmarse—. Olvidaste tu bolso —dijo como saludo.

La rubia solo abrió su boca pero de ahí no salió nada, lo intentó pero su mente estaba en blanco.

—Ten —ofreció él con una sonrisa... una la cual si antes no sabia que articular, ahora hasta había borrado su nombre.

Percabeth (taylor's version)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin