El Capitán, la Espada y la Torre Oculta

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Oh, pequeño mortal, no llores por la muerte, sino por la sed insaciable de conocimiento. Solo aquellos pocos afortunados se aventuran donde la sabiduría yace.

En los caminos, el clan Gios protege, cobrando tributos y resguardando de los peligros, pero sobre las aguas, en el vasto océano, las rutas comerciales se tejen de manera distinta.

El capitán Kire, de astutas visiones, concebía una travesía única: navegar las sendas comerciales sobre las olas, con la ayuda de su Mano derecha Adalos, maestro de los mares. Rumores hablaban de los Raquedos, cazadores de armas y objetos raros, surcando las mismas aguas. Su plan: hallar una excusa justa para atacar, imponer un peaje exorbitante y así, en el oscuro arte de la piratería, ganar un tesoro aún más preciado.

En el crepúsculo, cuando las criaturas marinas agitan sus sombras inquietas, los marineros de Kire aseguran su cena. En el horizonte, surge una nave imponente: los Raquedos. La alteración de las bestias marinas presagia su llegada.

'¡Alcen las velas, preparen los cañones!', ordena Adalos con determinación.

Ante las miradas curiosas de los Raquedos, el capitán Kire declara su presencia como Gios, señores de las rutas, en el vasto océano. Los Raquedos, precavidos, preguntan por la legitimidad de cobrar peajes en el océano. La respuesta de Kire es clara y desafiante: 'Donde haya una ruta, allí estaremos cobrando peaje'. La tensión se desata cuando el precio exigido es la mitad de lo que poseen.

Ante la negativa de los Raquedos, retumban los cañones y una lluvia de marineros Gios se abalanza sobre la gran nave. La batalla es feroz, y el capitán Kire, con Adalos a su lado, dirige su ataque hacia la bodega. La resistencia es escasa, salvo por un joven Raquedo con una espada que emite haces de luz. Sin embargo, los cañonazos persisten, perforando el casco.

Los Raquedos, derrotados, son llevados al barco Gios, pero su nave naufraga. Curiosamente, todas las pertenencias, incluso las que deberían haberse hundido, flotan en la superficie del mar. Entre ellas, la espada del joven Raquedo, que mantiene a flote los demás tesoros.

Adalos ordena a los marineros recoger los misceláneos flotantes, percatándose de que la espada del joven Raquedo parece ser la fuente de este fenómeno.

En la costa de Vallosad, a los Raquedos, derrotados pero aún con vida, se les entregan una barcaza y la mitad de sus pertenencias el resto fue retenido como tributo.

La espada, ahora en manos del astuto capitán Kire, se convierte en un enigma flotante sobre las aguas. Mientras retoman su posición en medio del mar, Kire instruye a sus marineros para que registren la dirección indicada por la punta de la espada. Un lugar desconocido, sin explorar en sus mapas, se revela como destino.

Adalos, intrigado por la leyenda que envuelve la espada, comparte su conocimiento con la tripulación. 'Cuentan las historias que el Rey Deros financió a un conde, el forjador de esta espada única. Sacrificios oscuros dieron lugar a una brújula que señala la ubicación de la torre oculta de la sabiduría, la torre de Pehuam. Además, la espada posee poderes ocultos, creada con rituales paganos'.

Decidido a desentrañar los misterios de la torre, el capitán Kire, a pesar de las supersticiones de Adalos, navega hacia lo desconocido. Sus marineros preparan armas, víveres y el barco para enfrentar los desafíos del vasto océano.

La travesía los lleva más allá de las conocidas fronteras marítimas, incluso durante las noches, cuando Adalos y Kire discuten acaloradamente. Adalos advierte sobre las tragedias que la torre ha desencadenado en el pasado, provocando guerras y conflictos alimentados por el conocimiento codicioso. Sin embargo, el capitán persiste en su búsqueda, llevando consigo la espada brújula y desafiando el destino impregnado de mitos.

En una confrontación final entre Adalos y Kire, sus espadas chocan en un duelo ferviente. El capitán se rinde, sabiendo que la batalla era inevitablemente su perdición. Pide una barcaza, provisiones y la libertad de abandonar el viaje, una solicitud que le es concedida. Adalos Sabía que se había dejado derrotar.

En la etérea bruma, el bote del capitán Kire se desvaneció, llevándose consigo solo las elecciones más trascendentales. Con la llegada de un nuevo día, el capitán Adalos discernió la cercanía de la torre, pero optó por guardar celosamente su descubrimiento, envolviéndolo en un manto de silencio.

Un velo de incertidumbre se cernía sobre el destino del astuto Kire. Entre tanto enigma, la espada brújula, portadora de misterios insondables, se sumía en el océano infinito, perdida para siempre en la inabarcable maraña de secretos que danza en las profundidades marinas. Al mismo tiempo, las páginas del diario personal del Capitán Kire, dejado en su camarote, narraban su decidido propósito: nunca planeó dirigir a su leal tripulación hacia la torre oculta de Pehuam. Así, la verdad se ocultaba entre líneas, entrelazando los hilos de un relato envuelto en sombras y nebulosas.

Relatos del Búho RojoWhere stories live. Discover now