Cinco

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Varios días después tuve que ir a la oficina para una junta, llevaba conmigo los manuscritos que ni de chiste le pasaré a la jefa, estos se mandan directamente al archivo.

No he tenido noticias de Mark, no sé si yo deba mandarle un mensaje o me veré muy desesperada. Aunque Susan amenazo con ahorcarme si le mandaba mensaje a alguien que no está interesado en mí.

Es solo que realmente me gusto salir con él, no tenemos muchas cosas en común y eso podría jugarme en contra, así que estoy aquí, viendo el chat de Mark, llamándolo telepáticamente, pero no funciona.

También pensé en Demian, cuando lo hago se siente como un escalofrío en la espalda, obviamente no he ido al dichoso Afrodita, me da un poco de miedo lo que sea capaz de hacer. Es como un mal presentimiento, mi sexto sentido me avisa que algo malo va a pasar si me acerco demasiado a él, pero también está la curiosidad de saber que podría pasar.

Salgo del metro y el aire frío de inmediato congela mis mejillas, miro la hora en mi celular y como aún tengo tiempo, voy a la cafetería que está en la esquina de la editorial.

Aún estoy a tiempo para desayunar algo, antes de meterme a una junta de horas. Veo el corto menú en la pared detrás de la chica que está desesperada porque me apresure y decida que voy a desayunar.

Finalmente, pido un café americano y un panecillo con chispas de chocolate. Me siento en la barra que está justo frente al ventanal, no tiene caso ocupar una mesa cuando solo soy yo.

Miro por el ventanal de la cafetería, hace frío, pero salió un poco el sol y me parece que así el clima no es tan deprimente.

A veces pienso cuanto me gustaría vivir cerca de la playa o quizás en un bosque rodeado de árboles, donde lo único que escuche sea el viento y no mis pensamientos.

Estoy tan sumida en mi mente, que casi no me doy cuenta de que a mi lado se sentó un hombre. Debí de haberlo visto muy mal, porque de inmediato sonrío a modo de disculpa.

Lo siento, es el único lugar libre — se apresuró a hablar

Voltee hacia atrás, evidentemente era mentira porque un par de mesas estaban libres. No respondí nada, le sonreí con nerviosismo y seguí tomando mi café.

Lo veo de reojo sacar su celular y mandar un par de mensajes antes de volver a guardarlo. Podía sentir su mirada fija en mí, yo también volteaba a verlo de vez en cuando, lo confieso.

Es muy guapo, parece distinguido y elegante, su cabello corto y perfectamente peinado me hacen pensar que quizás es un hombre de negocios... un hombre importante.

TriadaWhere stories live. Discover now