Dos

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Seoyon

Giraba la tarjeta negra entre mis dedos, desde que llegué a esta casa mi tío me la dio.

Eres mi responsabilidad ahora, esta a tu nombre.

Son dos meses extraños, pues aunque estoy bajo su tutela no he necesitado de pedirle nada, me asigno un chófer que también es mi guardaespaldas, en la casa está el personal que se encarga de lo que necesito y si quiero ir a alguna parte solo debo de informar por un mensaje.

Tanta libertad es algo extraña.

Guarde la tarjeta en mi bolsillo del vestido, iba a salir pero antes necesitaba algo de mi tío, es de las primeras veces que voy a pedirle algo. Por lo que me encontraba fuera de su oficina en la casa esperándolo.

Escuche sus fuertes pasos por el pasillo, las piernas me empezaron a temblar, aun no me acostumbro a su presencia tan fuerte y siempre tengo este sentimiento de terror. Venia limpiándose las manos los hombres tras de él sostenían el saco de su traje de tres piezas. Siempre estaba vestido de negro y siempre lucia muy bien. Incluso ahora con las manos cubiertas de sangre y la mirada furiosa.

—¿Seoyon?

—No quería molestarte tío pero…

Levantó la mano, me quede helada un  segundo en lo que abrió la puerta de su oficina, me hizo señas para que entrara, tomó su saco y entró tras de mi cerrando la puerta. Quedándonos solo él y yo.

—¿Tenias mucho esperando? —arrojo su saco a un sofa que había en la oficina, mientras tiraba la toalla llena de sangre a la basura.

—Poco, el personal me dijo que habías salido así que espere.

—No debes de esperar, solo llámame, vendré si me necesitas —se acerco a una barra detrás de su escritorio y lo vi servirse algo se licor —Dime.

—Solo necesito una firma y me iré —puse el papel en su escritorio y me aleje.

Se acerco bebiendo de su vaso, miró el papel por un segundo alzando la ceja para tomarlo y leerlo con atención.

—Una factura de hospital —se recargo en el escritorio —¿de quien?

—Un compañero de mi clase de danza.

—¿Por qué tendrías que pagar por esto? —leyó con atención —fractura del radio del brazo derecho, tratamiento médico y hospitalización, del joven Choi Jungae.

—Porque yo se lo rompí —tomo un bolígrafo y firmo.

—¿Por qué razón?

—Intento tocarme sin mi permiso —de estar mirando el papel, levantó la vista para mostrarme una mirada de molestia así que necesite hablar —estábamos en un ensayo y solo quedamos él y yo, creyó que era buena idea invitarme a salir arrinconándome contra los vestidores, ante mi negativa intento sujetar mi trasero, lo que me hizo romperle el brazo, pero la escuela me hizo pagarle todos los gastos médico para no ser expulsada, ya que “no me agredió” para haber hecho tal cosa.

—Choi Jungae, bien.

—Tío —ese tono con el que dijo el nombre de mi compañero me hizo aterrarme —dejémoslo así.

En dos pasos estaba enfrente de mi, me tomo el rostro con su mano áspera, el tacto hizo que se acelerará mi corazón, por alguna razón un calor me invadió, más cuando su pulgar acaricio mi mejilla.

—Eres una Jung, eres mi sobrina, si tu dices no, y alguien no lo respeta, un brazo roto no es suficiente, la gente debe de entender eso — su cuerpo se acerco más y yo seguía paralizada, sus labios se quedaron cerca de mi oído —ahora ve y cámbiate, por más que me guste asesinar personas no puedo matar a medio Seúl por mirarte de manera inadecuado por como luces con ese vestido.

Salí de su oficina con una humedad intensa entre las piernas, todo esto está mal, todo lo que pensaba en ese momento era en retarlo a quitarme el vestido el mismo. Soy una enferma.

Hoseok.

Ella me distrae, a pesar de que no da molestias, más allá del incidente con ese idiota que lloro como un cobarde cuando le arranque ambas manos. Es bastante independiente y aunque tiene la oportunidad de gastar lo que ella desee, nunca toma más de lo necesario.

Aun me tiene miedo y no se porque eso me gusta.

El calor de Seúl hace que se vista con ropa ligera, vestidos de algodón sueltos, shorts pegados a su cuerpo crop tops y esas camisas sin mangas que muestran su delgada y curvilínea figura. Es una tentación enorme. Deseo tanto romperla que la cantidad de mujeres con la que me he metido estos días han sido demasiada.

Iba hacia mi oficina cuando note a dos de los guardias de la casa muy interesados en el patio trasero.

—Un par de horas con ella y te juro que no sabría decir otro nombre más que él mío.

El otro guardia se río, cuando su mirada me detecto ambos se pusieron más blancos que el papel.

En la piscina estaba Seoyon, nadando con un pequeño bikini negro haciendo que el blanco de su piel reluciera aún mas. Sin darle tiempo de reaccionar al guardia le estrelle el rostro contra el vidrio, escuche como su nariz crujio y el hilo de sangre que dejó mientras caía al piso inconsciente.

—Llévalo a la bodega, me encargare más tarde.

Salí al patio para hablar con ella, me observo caminar por la orilla de la piscina y nado hasta las escaleras. La imagen de su cuerpo húmedo me perseguirá esta noche.

—Necesito que me digas algo —mis ojos no dejaron de seguirla hasta que tomo la toalla para envolverse.

—Dime.

—¿Alguno de los hombres de aquí te ha hablado de manera inapropiada?

Se exprimió el cabello, como pensando en lo que me iba a contestar.

—No —se paso las manos por el cabello —al parecer no tienen el valor suficiente.

—¿Te gusta alguno de ellos?

—No.

—Más vale que no me mientas.

—Tío, me se  defender, si alguno se hubiera querido pasar de listo, ya lo sabrías.

—Eres una tentación para todos ellos, por eso lo pregunto.

—Mientras lo mantengan dentro de sus pantalones no me interesa —por primera vez desde que llegó a casa me miro directo a los ojos —solo interactuó con un hombre en esta casa, y ese eres tú.

—Es diferente.

—¿Lo es? —paso de largo y entró a la casa.

Mire el empalme en mis pantalones y entendí su pregunta. Estoy rosando el límite de mi autocontrol.

Pero si desea meterse en este problema, la dejaré hacerlo.




Noo tienen idea de lo mal que me pone este Hoseok.
Pero dejen de sabrosearselo bola de hambreadas!!

Delicato (JHS +21) Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora