Capítulo 27.

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(...)

—¡Ay, la puta madre! —gritó Ivan apretando mi pierna.

—Todavía te falta la mitad. —Me reí —. Respira hondo —ordené —. Uno... dos... tres. —Estiré la mitad que quedaba y salió de una —. Tuviste suert... ¡ahia! —Lo golpeé cuando me apretó más fuerte.

—No quiero ver esa poronga nunca más en mi vida —declaró.

—Ahora nos hacemos una hidratante para más relax —dijo Pilar despreocupada sacándose la parte que tenia en la nariz sin mueca alguna.

—Y mientras miremos una peli —propusé.

—Uh, dale, una de terror —pidió Rodrigo.

—Si, dale. —Pilar aplaudió emocionada.

—Que no tenga sangre porque me da asco —exigí.

—Pone la más sangrienta que haya —ordenó Ivan haciendo que lo vuelva a golpear.

Hicimos pochoclos, nos pusimos la mascarilla hidratante y nos mudamos en frente de la cama para mirar la tele mejor.

Rodrigo y Pilar se acostaron en mi cama, mientras que Ivan y yo decidimos sentarnos en el piso apoyados en los pies de esta. Obviamente trajimos todas nuestras almohadas, peluches y frazadas.

Abracé a mi Hello Kitty cuando empezó la película.

A los veinte minutos cerré los ojos sin poder seguir viendo. Menos mal que esta no era sangrienta.

—¿Te sentis bien? —susurró Ivan.

—Si —respondí en el mismo tono —. Mentira, no. —Escondí mi cara en el hueco de su cuello y clavícula.

Él rió por lo bajo.

Rodeó mis hombros con su brazo y me acercó más a él.

—Tranqui —susurró deslizando su mano tímidamente hasta mi cintura.

Puedo acostumbrarme a esto.

Rodrigo soltó una arcada por una escena.

—Morite —le dije con asco.

Si escucho a alguien teniendo arcadas a mi también me dan arcadas.

—¿Qué me dijiste? —discutió.

—No te escucho. —Tapé mis oídos con mis manos.

Sentí los pies de Rodrigo golpearnos.

—Pendeja inmadura —murmuró el enano.

—¿Qué te pasa, wacho? —soltó Ivan cansado de nuestra pelea y de las minis patadas de Rodri.

—¿Ahora saltas por ella, gil? Me rompes el cora —se quejó su amigo.

—Si me dejas de meter patadas a mi, capaz no me enojo —contestó Ivan.

—Si no estarías tan pegado a ella no te patearia —discutió el otro.

—Uy, cierren el orto —esta vez me quejé yo —. Mañana tenemos que ir al colegio —recordé.

No sé en qué momento se desvirtuó el solamente juntarnos a dormir los fines de semana.

Narra Ivan Buhai.

Giré mi cuerpo viendo como Emilia dormía plácidamente.

Recorrí su rostro con mis ojos haciéndome sentir cosquillas en el estómago.

Es la primera vez que siento esto.

Con cuidado guié mi mano hasta su mejilla y la acaricié levemente.

Bullying; Spreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora