Decisiones

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Habia pasado ya un mes de la muerte de Lucy gray y Coriolanus aun no se atrevia a entrar a su recámara, había tanto de ella que no se sentía lo suficientemente valiente para afrontar que ella ya no estaba.
Trabajaba hasta tarde para solo llegar a dormir a su sofa.
Hasta que un día, tenia que ir por Tigris a su boutique, entonces saliendo del trabajo se dio prisa para llegar temprano con su prima.
Justo cuando iba a entrar, se topó con el señor Cardew..
- Oh, buenas tardes presidente Snow - dijo saludándolo amablemente.
- Buenas tardes señor Cardew. - dijo estrechando su mano.
- Sabe? Desde hace tiempo he querido darle mis condolencias por su primera dama... Debe ser muy difícil superar el duelo. -
- Lo es, pero muchas gracias por su amable gesto. - dijo Coriolanus tratando de librarse de el señor.
- Espere! Digame, la doctora Gaul ya le hablo sobre mi propuesta? - pregunto insistentemente.
- Si, ya me comentó sobre ello, y me honra que haya pensado en mi para hacer una alianza, pero no puedo aceptar. - dijo tratando de evitar eso.
- Esta usted seguro, presidente Snow?
Mi hija es la heredera de mi fortuna. Desperdiciara esta oportunidad? - pregunto tentando a Coriolanus.
- Estoy seguro, señor. Mire, con todo respeto, mi esposa acaba de morir, no estoy interesado en volver a casarme. - le dijo serio.
- No tiene que amar a mi hija, presidente, solo le pido que acepte mi trato, los dos salimos beneficiados. -
Dijo sacando una pequeña tarjeta de su bolsillo.
- Este es mi número de teléfono, si cambia de opinión, digamelo. - dijo retirándose.
Coriolanus estuvo dándole vueltas al asunto en su cabeza, ¿acaso era una buena idea? Era obvio que Livia y él se odiaban, NUNCA iba a pasar nada, hasta podrían verse solamente para cosas importantes, no necesitaría darle atención. Era un negocio más, nunca la vería como su esposa, y siempre podría controlarla y manipularla.

Entonces, pasada una semana, Coriolanus se decidió, se casaría con Livia Cardew, y aseguraría su legado.
Tomo el teléfono de su oficina y llamo al número del señor Cardew.
- Hola? - alguien hablo del teléfono de los Cardew.
- Si, hola, habla el presidente Snow, me gustaría hablar con el señor Cardew. - dijo comenzando a arrepentirse.
De pronto se escucharon murmullos y al fin atendió el señor Cardew.
- Buenas tardes presidente. -
- Buenas tardes señor Cardew, solo llamaba para aceptar su propuesta. Me casaré con su hija. - dijo hasta sorpendiendose él mismo al escucharse.
- Muy bien presidente Snow, ya teníamos todo listo, mañana mismo pueden contraer matrimonio. - dijo sorprendiendo a Coriolanus. Sabia que la doctora Gaul adivinaria qué accedería a la propuesta, cosa que lo hizo sentir debil.
¿ Ay Lucy Gray, donde estas ahora que te necesito? Pensaba.

Al dia siguente, como ya estaba estipulado, hubo una pequeña ceremonia de matrimonio. Estuvieron todas la personas importantes del capitolio.
Todos parecían complacidos por la nueva unión, menos Tigris y Sejanus, quienes lo miraban con tristeza.
No tenía que preguntar lo que creian ellos de eso, porque él pensaba lo mismo.
Era una porquería de decisión.
Livia se veia encantadora saludando a todos y tomada de la mano de Coriolanus como si realmente fuera feliz.
A Coriolanus le repugnaba el hecho de verla tan feliz desprendiendo amor y felicidad frente a todos, pero cuando todo terminara, volvería a ser la bruja que realmente era.

Coriolanus estaba perdido en sus pensamientos hasta que ella se acercó a él y lo abrazo.
- ven querido, vamos a tomarnos unas fotos - dijo tomandolo de la mano y guiandolo frente a todos los invitados que los veian como un par de tórtolos.
Coriolanus fingió lo mejor que pudo una sonrisa y saludo a todos.
Se sacaron fotos con todos, partieron el pastel y despidieron a todos tomados de la mano y sonriendo.
Y justo cuando todos se hubieron ido, Livia soltó la mano de Coriolanus exhausta.
- Al fin! No soporto esto- dijo dejando a Coriolanus sonriendo irónicamente.
Ya sabia que sería asi.
- Imaginate yo... No se ni porque accedí a esto para empezar. - dijo recogiendo sus cosas.
- No olvides que no tenias nada que ofrecerme y que al final quien sale perdiendo soy yo al aceptar casarme con alguien que estuvo enamorado de una golfilla vulgar. - dijo sin cuidado mirandose el manicure.
- No te atrevas a llamar así a mi esposa- dijo levantándose él enojado.
- recuerda que los invitados ya se fueron y que no habría testigos si te asesinara. -
Livia pareció ni inmutarse de su advertencia cosa que molesto mas a Coriolanus.
- Muy bien, y ahora que sigue? - pregunto aburrida.
- regresate a tu casa. - dijo Coriolanus levantándose para ir a su casa. De pronto Livia se rio.
- No puedo hacer eso. Recuerda que soy tu esposa, y que desde ahora en adelante nos tendrán vigilados las 24 horas del día. -
Era cierto, tendrían que guardar las apariencias.
Regresaron juntos a casa de Coriolanus y para su sorpresa, ya habian llegado las cosas de Livia.
- Que es esto? - pregunto él sorprendido, ¿no era que tambien ella quería irse a su casa?
- Mis cosas, si viviré aquí tengo que traer mis cosas - dijo obvia.
Coriolanus la miro mal, la odiaba de verdad.
Ella parecía admirar la casa con atención, hasta que fijo su mirada en un cuadro con una fotografía de Lucy gray sonriendo.
- Oh Dios, enserio aun guardas sus cosas? - pregunto riendo.
- Es mi esposa, siempre será la única mujer para mi. - dijo tratando de tragarse su mal humor.
- Aja, lo que digas - soltó ella restándole importancia.
- Pues lo siento, pero tendras que quitar esas fotografías de la sala porque será raro que mi esposo tenga fotos de su esposa muerta teniéndome a mi. Mañana pediré que traigan unas fotos mias y otras de la boda, y esas fotos tuyas... Quitalas de aquí, a mis padres no les agradará mañana que vengan. - dijo altaneramente.
- Disculpa? Es MI casa, y esas fotos se quedarán en donde están. No te atrevas a mover nada. Y si a tus padres no les gusta, me tiene sin cuidado, entonces mejor ve tu a visitarlos, me harías un favor en solo venir a dormir a mi casa. - dijo masajeando sus sienes.

-No me hables así Coriolanus, recuerda tu lugar - dijo recorriendo la casa indiferentemente.
Coriolanus estaba en su limite de explotar, se había metido en un lio, y ese tan solo era el primer día.
-ahora, dime donde esta la habitación? - pregunto Livia.
- hay una habitación al fondo- dijo calmandose lo mas que pudo.
- ahi dormiremos? -
- Dormirás, yo tengo mi recámara aparte. No compartiré cuarto contigo. - dijo mirandola molesto.
Livia lo miro entrecerrando los ojos juzgandolo.
- bien, mejor para mi. - dijo mientras mandaba a un criado de la mansión a que cargara todas sus cosas.
- Date prisa maldito criado. - dijo molesta sacandose los zapatos.

La pesadilla acababa de empezar

hasta el último de mis respirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora