Más dudas sin respuestas.

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—¿Estás bien?—. La pregunta del pelirrojo la hizo reaccionar de su estado tan estoico.

No... La respuesta era demasiado clara para cualquiera. Quiso decirlo, gritarlo, para qué está vez si la escucharan, pero de su boca salió un...

—Estoy.... bien—. Finalmente contestó, su respuesta hizo que el Weasley la mirará incrédulo.

—Oh—. Soltó con fingida sorpresa. —No sabía qué una persona que supuestamente está bien, perdiera el conocimiento cada dos días —. Respondió siendo sarcástico.

Esperó una respuesta ácida de las qué solía dar la Black, sin embargo lo que obtuvo fue un silencio caótico.

Su mirada grisácea se perdía en el ventanal de la habitación, en las colinas que se alzaban entre la fauna, en las estrellas brillantes del cielo.

¿Hace cuánto no miraba las estrellas?

¿Desdé cuando dejo de notar la belleza de ellas?

¿Por qué razón dejo de sentirse sin vida?

¿Cómo fue que llegó...?

Sacudió su cabeza, intentando olvidar aquellas preguntas sin respuestas.

Eso no importaba, su luz se apaga, cómo todo en la vida.

—Ellos ya vienen...—. Su respuesta corta y sin emoción dejó un poco alterado al Gryffindor.

—¿Quiénes son ellos?—. Cuestionó aún confundido.

El color grisáceo de sus ojos cambio a un azul celeste tan intenso que lo hizo retroceder, pero tal acción no fue lo que lo hizo retroceder, si no el brillo de astucia y crueldad impregnado en ese color celeste.

—Son... Unos amigos —. Susurró con indiferencia, dió medía vuelta alejándose de la gran ventana de la qué antes parecía obsesionada.

El Weasley dió un respingo de escalofríos al notar la actitud fría y sin emoción en la Black.

Sabía qué Adhara era una persona que llevaba una vida sin emociones, pero verlo en persona realmente le generó un mal sabor de boca.

Soltó un suspiro tratando de alejar esa inquietud. Aceleró el paso a la sala de estar al ver cómo Adhara se marchaba con tranquilidad sin dar una respuesta más elaborada.

En cuanto llegó a la sala, notó de inmediato la magia oscura qué los rodeaba, sus ojos se dirigieron a la figura esbelta de la bruja.

—¿Qué vas...?—. No terminó la pregunta por el ademán de Adhara indicando qué esperará.

Un pensadero llegó a Adhara. Su rostro se oscureció al sacar unos huesos y dejarlos caer en el pensadero.

Miró una última vez al Weasley antes de sumergirse en él...









Sus ojos observaron la buena vista que daba la terraza. Sólo para después mirar a el joven de aparente edad de 24 años, pero aún lado de esté, un hombre peliblanco sobresalía fácilmente.

Se paró a lado del peliblanco, observando sus míticos ojos, uno azul y otro café... Su aspecto delataba quién era. Grindelwald...

Sus ojos estaban fijos en los transeúntes. Observaba con desprecio a los muggles que pasaban por las calles, ignorantes de su inferioridad.

—¿Qué haremos con Voldemort y sus mortífagos?—. La pregunta del jóven rompió el silencio entre el Grindelwald y el joven.

Amores en Volterra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora