13

1.9K 305 42
                                    

El callejón era tal cual se lo describió Regulus, tal vez incluso mejor.

Todo era colores, gente yendo y viniendo hacia todas direcciones; arriba, abajo, tiendas abarrotadas.

De no ser porque el gato gruñía cada que se descarrilaba del camino principal seguramente estaría entrando a todas esas tiendas para ver la mercancía; y muy probablemente derrochando el dinero que está destinado a su uniforme escolar.

Puede decir que era incómodo, nunca había estado tan rodeado de personas como ahora y menos con la mayoría de las miradas sobre él. Aunque era de esperarse. En el mundo mágico existen un sinfín de cosas, animales mágicos y situaciones que tal vez nunca alcancemos a entender, hay todo tipo de extrañezas. Pero sigue siendo raro ver a un niño caminando solo por la calle.

Ya fueron tres veces en las que personas adultas se acercaron para preguntar por sus padres o tutores, y aunque al principio estaba nervioso por interactuar con extraños en realidad fue fácil convencerlos de que estaba bien y de que el gato recostado cómodamente sobre sus hombros es su familiar.

Un familiar es una criatura mágica, o no, que se enlaza con una persona de tal manera que ambos terminen beneficiados, la criatura protege a la familia o los representa mientras que la familia cuida del animal.

Los adultos aún dudosos lo dejaron ir, aunque mantuvieron un ojo en él por mucho tiempo, casi esperando en ayudar en algo al pobre niño si resultaba lastimado.

Draco no pudo evitar pensar en que probablemente en sus días escolares fueron Hufflepuff o Gryffindor, por su algo irritable manera de meterse en asuntos que no les incumbe. Pero no podía culparlos, es un niño de tan solo diez años deambulando por uno de los callejones mágicos más concurridos en el mundo mágico británico y tan solo con un gato negro como su acompañante.

Cuando sintió las garras de Regulus picar suavemente su brazo supo que llegó hasta la tienda de túnicas de Madame Malkin a juzgar por la ropa que se vislumbra a través de los escaparates.

Antes de entrar suspiró profundamente para tranquilizarse, tenía que mentalizarse antes de hablar con alguien desconocido, por qué si no le daría pánico.

Cuando entró por la puerta principal una pequeña campanita anunció su llegada. Nada más pasar y que la puerta se cerrará detrás de él pudo darse cuanta de lo tranquilo que era el sitio, todo el ajetreo del exterior se vió rápidamente apagado lo que fue gran un alivio para sus tímpanos. La madera de la tienda rechinó bajo sus pies mientras se adentraba, no dió ni tres pasos cuando una mujer mayor, algo regordeta y con ropa holgada apareció de detrás de unos estantes.

"Oh, hola querido. Veo que vienes solo." La mujer le inspiró confianza, parecía ser amable y dulce, pero seguía con la guardia en alto. "¡Ah, que distraída, pero si traes contigo un tierno minino!" Los ojos de Regulus se estrecharon hacia la mujer ante el apelativo cariñoso. Draco quiso reír. "Bueno, supongo que estás aquí para conseguir un uniforme, ¿Entonces irás a Hogwarts este año?, pareces un poco más joven creo yo."

"En realidad, señorita, iré a Durmstrang." Aclaró sintiéndose algo cohibido por lo fácil que hablaba la mujer, sin inseguridades y toda cariñosa con un extraño.

"¡Durmstrang!, vaya, muy pocas veces he tenido que confeccionar uniformes para aquel colegio, pero realmente es un alivio y suspiro hacerlo después de ver por días y días los mismos uniformes todos negros de Hogwarts." Draco frunció el ceño divertido. Sí, se podía imaginar lo monótono que podía llegar a ser siempre hacer los mismos modelos de uniforme: túnicas negras, camisas de manga larga blancas y pantalones y faldas negras también. "Bueno, querido, necesito tomarte las medidas. ¿Puedes subir a ese taburete de allá?, iré por mi cinta métrica y un pergamino."

Draco Black, un nuevo legado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora