𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚅 ~ 𝚂𝚘𝚖𝚋𝚛𝚊𝚜 𝚍𝚎𝚕 𝚙𝚊𝚜𝚊𝚍𝚘

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A medida que el día de nuestra partida se aproximaba, Carl se recuperaba notablemente, lo que implicaba que pronto dejaríamos la granja de Hershel. Se nos había permitido extender nuestra estadía mientras buscábamos a Sophia, pero sabíamos que no podíamos quedarnos indefinidamente.

En este tiempo, mi relación con Carl había mejorado considerablemente. Ahora nos llevábamos bastante bien, y juntos nos encargábamos de alimentar a las gallinas. Mientras caminábamos hacia el corral, conversábamos sobre diversos temas, fortaleciendo nuestra amistad.

—¿Cuánto tiempo llevas en la granja? —preguntó Carl, curioso.

—Unas tres semanas, más o menos —respondí.

—¿Y antes de eso? ¿Dónde estabas? —continuó él.

—En el bosque, moviéndome de un lugar a otro —contesté, evitando profundizar en el tema.

—Y... ¿has matado caminantes? —preguntó con voz suave.

—No muchos, quizás unos diez o menos. Generalmente, lograba escapar de ellos subiéndome a los árboles y esperando a que se alejaran. —Recordé, pensando en esos momentos difíciles.

—¿Qué comías? —inquirió él, mirándome atentamente.

—Casi nada. Era muy difícil encontrar alimentos. Estuve cerca de morir de hambre varias veces. No sé cómo logré sobrevivir tanto tiempo sola —admití, sintiendo un dejo de tristeza.

Carl se sentó en una de las bancas situadas fuera del corral de las gallinas, y yo lo seguí, sentándome a su lado. Nuestra conversación fluyó naturalmente.

—¿Quién te enseñó a usar el arco? —preguntó Carl, dirigiendo su mirada hacia mí con curiosidad.

—Daryl, antes de todo esto, era cazador. A veces lo acompañaba, y él me enseñó un poco sobre cómo usar su ballesta. No es lo mismo que un arco, pero cuando encontré el mío, me las arreglé para defenderme —respondí, recordando esos momentos con cierta nostalgia.

Nuestra conversación fue interrumpida por la voz de Lori, la madre de Carl, que llamaba desde cierta distancia. —¡Carl, vamos adentro! —dijo con un tono que indicaba urgencia.

Carl, sin decir mucho, se levantó y obedeció a su madre, dirigiéndose hacia la casa. Yo, por mi parte, terminé de hacer mis tareas en silencio, reflexionando sobre la conversación y sobre la creciente conexión que sentía con Carl.

Tras regresar a la casa, subí a mi habitación para continuar con el empacado de mis pertenencias. No había pasado mucho tiempo cuando oí gritos provenientes del exterior. De inmediato, corrí hacia la fuente del alboroto y presencié a Rick arrastrando un caminante amarrado del cuello, llevándolo hacia el granero. Mi confusión se acentuó cuando Shane, con un comportamiento errático, interrumpió la escena para detener lo que estaba sucediendo.

Una vez cerca de Rick, Shane empezó a gritarle y, acto seguido, disparó al caminante. Todos observábamos, asombrados y en silencio. Shane se dirigió a varios miembros del grupo, incluyendo a mi hermano, y les ordenó prepararse para disparar. Se aproximó a la puerta del granero y, con un disparo, rompió el candado. Se alejó un poco, esperando que se abriera. Transcurrieron unos segundos hasta que el primer caminante emergió, seguido por muchos más. Rodeada de disparos, vi a Hershel arrodillado en el suelo, con Maggie detrás de él, sosteniéndolo por los hombros.

La lluvia de balas continuó un poco más y luego cesó, dando la impresión de que no saldrían más caminantes. Pero, de repente, apareció otro por la puerta del granero: una niña, no más grande que yo. Se hizo un silencio, nadie disparaba. Al mirar a mi alrededor, vi a Carl sentado en el suelo, llorando, mientras su madre lo abrazaba. Todos quedaron paralizados al ver a la niña. Carol, desconsolada, corrió hacia la puerta del granero gritando "¡Sophia!", revelando así que era su hija. Mi hermano la sujetó antes de que se acercara demasiado.

Rick avanzó hacia la niña, arma en mano, y le apuntó a la cabeza. Un disparo resonó entre los sollozos. Mi hermano rodeaba a Carol con su brazo, Lori seguía abrazando fuertemente a su hijo, y la familia Greene lloraba desconsolada, viendo los cuerpos sin vida en el suelo.

En esos momentos de silencio, roto únicamente por los llantos, la familia Greene se puso de pie para retirarse a su casa. Desconcertada y sin saber cómo reaccionar, los seguí, notando que todos hacían lo mismo.

Fue entonces cuando Shane, con un tono acusatorio, gritó: —¡Tú lo sabías, tú sabías que estaba ahí! —Apuntando a Hershel.

A lo que Hershel respondió, girándose para enfrentar a Shane: —¡No lo sabía, es posible que Otis la trajera antes de morir!

Shane persistía en su acusación, hasta que Maggie, superada por la emoción, se acercó y lo golpeó en la cara, exclamando que ya era suficiente.

Mientras observaba la granja desde la puerta, vi a Carl todavía sollozando. Opté por no interrumpir su momento de duelo y simplemente me quedé allí, esperando a que se sintiera mejor. Glenn, por su parte, siguió a Maggie. Aunque parecía que algo especial había entre ellos, mi atención estaba en otro lugar.

Finalmente, Carl parecía más calmado y su madre lo había dejado solo. Aproveché la oportunidad para acercarme.

—Hola —dije suavemente, sentándome a su lado.— Lamento mucho lo de tu amiga —añadí, apoyando una mano en su espalda.

Carl, con la cabeza baja, expresó su esperanza de haberla encontrado con vida.

—Lo siento mucho, Carl —le dije, y luego lo envolví en un abrazo.

Sentí sus sollozos en mi cuello y lo abracé más fuerte. Él correspondió el gesto y permanecimos así por un buen rato.

Cuando el abrazo terminó, Carl cambió de tema, evitando profundizar más en su dolor. Nuestra amistad había crecido; él se mostraba más conversador y su actitud hacia mí había mejorado notablemente.

Pasamos un buen rato conversando, hasta que Daryl interrumpió con noticias preocupantes: Hershel había desaparecido. Nadie sabía dónde estaba, y se organizaron para buscarlo. Carl y yo decidimos quedarnos en la granja. La tensión era palpable; Maggie estaba histérica por la ausencia de su padre. Para distraernos, Carl y yo nos refugiamos en mi cuarto y jugamos algunos juegos de mesa.

En un momento de calma, mi curiosidad me llevó a preguntarle a Carl por su sombrero de sheriff.

—Papá me lo dio. Me gusta mucho; me recuerda a quiénes éramos antes —respondió él con un deje de nostalgia, sentándose en la cama.

Me recosté a su lado, mirando hacia el techo. —¿Qué es lo que más extrañas? —le pregunté, sumergiéndonos en un mar de recuerdos.

—Salir a jugar con mis amigos, o ir de vacaciones con mis padres —compartió él, también recostado, nuestros ojos perdidos en el techo.

La conversación se tornó más íntima. —Y tú, ¿qué es lo que más extrañas? —me preguntó Carl.

Le conté sobre mi vida antes del caos, de cómo mis vacaciones solían ser cacerías con Daryl. Mis hermanos siempre trataron de darme lo mejor, aunque las circunstancias eran complicadas.

Carl, con una mirada de curiosidad, se giró hacia mí. —¿Y tus padres? —Su pregunta desató una cascada de recuerdos agridulces.

Mi padre era un borracho y mi madre no estaba bien mentalmente. Prácticamente crecí con Daryl. Mis hermanos no tuvieron la misma suerte; su madre falleció cuando Daryl era joven y mi padre no era un buen cuidador. Agradecí en voz alta el amor y cuidado que mis hermanos siempre me brindaron.

Carl, confundido, comentó que pensaba que teníamos la misma madre. Tuve que explicarle que no era así. La madre de mis hermanos había muerto cuando Daryl era apenas un adolescente. Años después, mis padres se conocieron y luego nací yo. Cuando tenía dos o tres años, Daryl me llevó a vivir con él, asumiendo el papel de cuidador.

En un silencio reflexivo, ambos nos quedamos sumidos en los recuerdos de nuestras vidas pasadas, preguntándonos qué nos depararía el futuro en este mundo transformado.

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~ 𝐺𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎𝑠 ~

𝐴𝑡𝑡: 𝐷𝑖𝑥𝑛𝑟𝑦

𝐋𝐨𝐯𝐞 𝐈𝐧 𝐓𝐡𝐞 𝐖𝐨𝐫𝐥𝐝 𝐎𝐟  𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐞𝐚𝐝 | 𝐂𝐚𝐫𝐥 𝐆𝐫𝐢𝐦𝐞𝐬 Où les histoires vivent. Découvrez maintenant