Prólogo

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Calistta, la única hija mestiza de Afrodita ante una pequeña aventura que tuvo con un mortal.
Los dioses a pesar de que muchos de ellos estaban casados con otros dioses, ésto no les privaba de tener hijos con mortales. Cuando los dioses se encaprichaban de algún mortal, usaban todo tipo de estrategias de seducción, no fué un excepción para la diosa Afrodita. Esta pequeña aventura le costaría la vida al mortal ya que tras los rumores y burlas que habia de que Afrodita se habia metido con un mortal llegaron hasta los oidos se Ares, causando de que reaccione de manera violenta ante este amorío y matara al padre de la siguiente hija de Afrodita. Eso le costó mucho a Afrodita, pero no iba a dejar que su última hija sufriera el trato desagradable de los que se burlaban de Afrodita, porque si hay algo que caracterizaba a Afrodita, es que es la Diosa de la belleza y el amor algo que claramente las dos cosas duelen, y el amor que tenía por su hija era tan grande que ciertas personas cobraron por sus burlas. Cuando dió a luz a Calistta lograron robarla y sacarla de los brazos de su madre, el dolor de Afrodita fue tan grande que decidió recuperar a su hija por mérito propio, nadie iba a ayudarla; eso estaba claro. Cuando recuperó a Calistta decidió alejarse del Olimpo y de todo el mal que le estaba haciendo a su vida, así que decidió vivir con su hija en un templo oculto en un bosque bellísimo. Ahí fue donde Calistta creció y aprendió a convivir con la naturaleza, adaptándose al ambiente y también siendo criada por algo que claramente heredó de su madre; Amor.
Calistta tuvo una crianza diferente a comparacion de los demás Mestizos, ella fué criada por una Diosa y no un mortal, sabía todo lo que necesitaba saber de su madre y de los demás, sabía que su poder era el amor al igual que su madre, tenia muy en claro quien era.

A los 10 años, en una noche de lluvia feroz y truenos ruidosos tuvo que tomar una decisión importante...

Se escuchaban pasos pisando la tierra mojada y cada vez acercándose hacia una cabaña abierta, ahí se encontraba el centauro con una expresión de preocupación viendo a la mujer de blanco llegar.

- Tienes que hacer algo por mí.- soltó la mujer exhausta de tanto cargar a su hija que estaba inconsciente.

- Afrodita... ¿Que hacés aquí? - Dijo a la defensiva el centauro.

- No tengo tiempo Quirón, te lo pido por favor, conozco tu gente y confío que puedes ayudarme.- dijo mirandolo con esperanza.

- Esta bien, ¿Que necesitas?- dijo acercándose.

- Quiero que cuides a mi hija, protege que nadie la toque, no quiero perderla. No quiero que ninguno de estos niños se burlen de ella o hablen mal de mí, en especial los hijos de Ares, no tienen ningun derecho en hablar o tocar a mi hija. Hasta que yo la reclame dejala en la enfermería, ¿Puedes hacer eso Quirón?, promételo.- terminó la mujer desesperada.

- Yo...- soltó el centauro.

- ¡Promételo, Quirón! - exclamó la mujer.

- ¡Está bien! Yo te lo prometo.- Dijo el centauro agarrando a la pequeña que estaba inconsciente.

- Bien, cuida de ella mientras no estoy, dále tiempo y paciencia para adaptarse, con el tiempo ve explicándole todo... Me tengo que ir.- dijo triste la mujer mientras se acercaba a su hija y le colocó en el cuello un relicario en forma de ostra.

- Vas a estar bien cariño, mamá va a protegerte.- susurró mientras acariciaba el pelo rojo claro y largó de su hija con una sonrisa. -Vas a encontrarme en el momento indicado, cuando todo calme... Espero, Te amo.- dijo para darle un beso profundo en la frente y separarse lentamente yendo hasta la entrada de la cabaña, antes de irse dió una última mirada al centauro y ambos asintieron, la mujer salio disparada de ahí dejando al centauro solo con la pequeña.

Bel Air || Percy Jackson Where stories live. Discover now