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"Oh dios~... Más~ por favor~...".

El chico debajo de él, pegó más su mejilla al colchón mientras levantaba más su trasero en dirección al alfa. Quien sin hacerse del rogar, complació al omega, aumentando el ritmo y la fuerza de sus embestidas, ganando como premio, los maravillosos gemidos del menor.

Jeno suspiró, abrumado por lo bien que se sentía el interior de ese desconocido, no tan desconocido. Horas antes se habían comenzado a coquetear con simples miradas cómplices y juguetonas en esa fiesta, donde el mayor había caído rendido por el delicioso aroma del omega. Era tanta la tentación que cuando ambos se encontraron a solas, sin nadie alrededor y con una habitación vacía a su disposición, no tardaron en cortar todo tipo de distancia entre sus labios y cuerpos.

"Oh... Oh~ alfa~...". Eran tan excitante que lo llamara así, a su lobo interior lo complacía de sobremanera. "Llename~ por favor alfa~".

El sonido de su alarma comenzó a sonar, interrumpiendo su preciado sueño, maldijo mientras abría poco a poco los ojos, decepcionado con su realidad en ese momento. Después de unos segundos se levantó y se alistó para otro día en el trabajo.
Cada que podía, recordaba los sueños que había tenido los últimos días, siempre se trataban de ese omega peligris con olor dulzón que aun no lograba identificar Jeno. Él sabía que se trataba del chico que conoció hace algunos años ya, fue tan idiota que no se le ocurrió preguntar su nombre o algo en ese momento, arrepintiendose ahora en el presente.

Después de esa noche, el alfa había intentado buscarlo y contactarlo, pero era como si el joven hubiera desaparecido, trató de buscarlo por años, pero después de casi 4 años se rindió. Su lobo se encontraba molesto con él mismo, y Jeno no entendía porqué, pero tampoco le tomó mucha importancia.

"Si me dices que hay otra reunión pendiente, te cuelgo".

El pelinegro se dejó caer en su silla giratoria, por suerte había resuelto ya lo que hace unos días había cancelado por irse así de la nada. Pero su vida se había vuelto monótona a tal punto de que Jeno se sintiera cansado con facilidad y en poco tiempo.

"Afortunadamente es todo por hoy". El asistente Jisung apagó la tableta con la agenda vacía de su jefe. "Aun no ha comido, ¿quiere que le ordene algo en la cafetería?".

"No es necesario, me iré desde ahora si ya no tengo ningún pendiente". Avisó el mayor. "Puedes retirarte, Park".

El peliazul hizo una reverencia en su dirección y salió de su oficina, para que unos minutos después Lee también lo hiciera. Se despidió de todos sus empleados en el transcurso de su oficina hasta el estacionamiento, subió a su auto y condujo, aun no quería ir a su departamento por lo que terminó yendo hasta ese pequeño parque de la otra vez.
Ese día parecía el parque parecía estar más vacío que antes, nuevamente se sentó en la misma banca para concentrarse en el silencio del ambiente, soltando un gran suspiro, como si hubiera retenido el aire en todo el día en su empresa, sintiéndose más ligero.

Hasta que hizo acto de presencia el sonido de su estómago exigiendo comida, olvidó ese pequeño detalle, sin embargo, por ahí no había algún restaurante que le llamara la atención. Como costumbre sacó un cigarrillo y lo colocó entre sus labios, para luego empezar a buscar su encendedor, al encontrarlo lo acercó por fin al cigarrillo.

"Si prende eso, lo golpearé". Jeno se quedó con la llama encendida muy cerca de la punta del cigarrillo, notando a las dos niñas de la otra vez, la más grande solo por unos centímetros lo miraba molesta, mientras que la más chica lo miraba con curiosidad.

"Otra vez ustedes...". A regañadientes guardó el encendedor y el cigarrillo en el interior de su saco, aunque su estómago volvió a sonar mucho más fuerte que antes.

"¿No ha comido?".

"Si". Respondió el alfa a la defensiva, pero su estómago sonó nuevamente.

"Tenga". La menor de las niñas sacó un pequeño paquetito de galletas de su mochila en forma de conejo. "Mi papi una vez dijo que a veces los vagabundos no tienen para comer algo".

Sonrió de manera tan dulce que Jeno no pudo evitar ignorar el hecho de cómo lo había llamado la pequeña. El alfa correspondió a su sonrisa y antes de que pudiera tomas las galletas, la niña fue alejada del alfa, alarmandolo a él y a su lobo.

"Aléjese de mis hijas".

En su campo de vista desaparecieron las niñas, encontrándose en su lugar un joven castaño casi de su edad. Podía oler su nerviosismo, pero también su determinación para defender a sus cachorras.

Y como si no tuviera en frente a un omega molesto, dispuesto a saltar sobre él para morderlo en la yugular; Jeno se quedó flechado por el Adonis frente a él. Su cabello era ligeramente más largo, sus ojos brillantes a pesar de expresar molestia, y joder, su ceño ligeramente fruncido lo hacía ver tan tierno.

"¿Qué tanto me ves, imbécil?".

Por fin salió de su ensoñación, sintiéndose un poco avergonzado antes de aclarar su garganta y ponerse de pie, para demostrar que era un poco más alto que el omega, aunque a este no pareció afectarle y mucho menos lo intimidó, bueno, no hasta que Jaemin lo reconoció.

"Creo que es un malentendido-". Se quedó callado al reconocerlo por fin. "Espera, ¿nos hemos visto antes?".

"No, y aléjese de nosotros". Se apresuró a girarse para que ya no lo mirara, y tomó las manos de sus hijas, caminando por donde habían llegado.

"Espera, no te vayas". Lee los siguió, siendo ignorado por el menor. "Omega". Con cuidado lo tomó de su antebrazo.

Jaemin se detuvo, pero no porque el alfa haya utilizado su voz de mando, porque no lo hizo; sin embargo así lo había llamado la noche que estuvieron juntos. Llamarse por 'alfa' y 'omega' era algo realmente íntimo, algo que solo las parejas con un lazo muy fuerte utilizaban para dejar en claro que se pertenecían el uno al otro.
Las niñas los observaron a ambos con curiosidad, no entendían qué pasaba, pero a pesar de eso, la mayor se apresuró a dar un manotazo en la mano del alfa.

"Suelte a mi papi y no lo llame así, él tiene nombre y es Jaemin, no omega". Miró enojada al alfa, nadie molestaba a su papi.

Jeno observó a la menor, sin poder creer que a pesar de su diminuto tamaño, no dudó en encararlo por defender a su padre. El lobo del alfa moría de ternura y también de orgullo por alguna extraña razón.

"Jaemin...". Repitió el mayor de todos. "Es muy bonito nombre". Sonrió por el ligero sonrojo del omega.

"¿Verdad que si?". La otra pequeña sonrió hacia Lee, quien le sonrió de vuelta. "Siempre se lo digo".

"Hari". Su papi y su hermana mayor la reprendieron, provocando que hiciera un puchero. "Vamonos". Ordenó el omega.

"Jaemin, por favor". Volvió a acercarse. "Necesito hablar contigo".

"No, estoy con mis hijas".

"Entonces dame tu numero". No quería sonar insistente ni desesperado, pero la verdad era que si estaba desesperado e insistente.

Iba a volver a negarse, pero el alfa ya lo miraba con un puchero suplicante, estaba seguro que si seguía ignorandolo, el mayor comenzaría a llorar como perrito. Por lo que le arrebató el móvil al contrario y anotó su número.

"Listo, ahora aléjate".

Y sin más se llevó a sus hijas, dejándolo solo, pero con una bonita sonrisa en su rostro.

𝑰 𝒇𝒐𝒖𝒏𝒅 𝒚𝒐𝒖 [ɴᴏᴍɪɴ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora