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LISBOA, PORTUGAL

Y los festejos continuaban.

Ángel estaba de celebración por su cumpleaños número 35, su esposa organizó un festejo íntimo en el hogar que contaría con la presencia infaltable de Nicolás con su hijo y dos parejas muy queridas para ellos. Jorgelina pensó algo sencillo, pero destacado, para honrar a su compañero de vida y padre de sus hijas. Obtuvo la ayuda incondicional de su cuñada, quién sola se ofreció a aportar ideas para que sea un cumpleaños único y diferente a los anteriores.

Desde temprano la casa se mantenía con movimientos constantes para el armando de los preparativos, Florencia fue la designada en ir a retirar la torta especial que Jorgelina mandó a hacerle al rosarino, mientras ella y las niñas se quedaban a terminar la decoración del comedor. Cardoso decidió planear la celebración a partir del mediodía, un horario considerable para poder charlar tranquilos con las visitas y no preocuparse de que la madrugada los estuviera alcanzando.

El viaje para recoger la torta fue largo, Flor manejó alrededor de una hora y media, con la ida al lugar y el regreso a su punto inicial. El tráfico de hora pico complicó la situación en su retorno, por lo que al llegar tuvo que optimizar tiempo para lograr arreglarse y salir medianamente presentable a saludar a los invitados.

Mientras el aire tibio del secador salía e impactaba sobre su cabellera castaña, debatía que ropa ponerse y la hiciera sentir conforme consigo misma al lucirla. Una particularidad que tenía la rosarina era la obsesión de combinar de forma correcta los colores de sus prendas, no se permitía salir a la calle con ropa que no esté combinada en su totalidad. Desde los accesorios, hasta el diminuto detalle del top debían coincidir con la gama de colores escogida. Sí, era una maniática total. De manera que al salir del baño se plantó frente a su armario y tiró sobre la cama posibles conjuntos para vestir.

Un look total negro le daba vibes a velorio y con uno blanco se sentía que estaba por tomar la comunión, asique los básicos automáticamente salieron de su lista de opciones. Frustrada, se terminó mirando al espejo con el último conjunto puesto y el milipili problem la llevó a la crisis. Pensó en llamar a Emilia y Tini, pero era casi imposible que le atendieran la llamada, seguramente estaban en mitad de alguno de sus shows por España. Oriana probablemente estaba por llegar al cumpleaños con Paulo, pero en ese momento lo que no tenía era tiempo para esperarla. Y bueno, con el dúo dinámico de Maxi y Agustín no contaba porque la última vez que la ayudaron fue terrible el resultado final.

𝐋𝐈𝐒𝐁𝐎𝐀 | Nicolás OtamendiWhere stories live. Discover now