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BUENOS AIRES, ARGENTINA

PAZ y LIBERTAD era lo que sentía Florencia cada vez que plantaba sus pies en territorio argentino, viajar para tomarse un respiro de la rutina cotidiana que tenía en Portugal y poder crear nuevos recuerdos en su parte favorita del mundo, era otra de sus ideas predilectas. Sean muchos o pocos los días que planeaba estar en Argentina, ella se desconectaba por completo del resto y solo importaban sus amigos, las charlas interminables con mates de por medio y las salidas hasta tarde para posteriormente pegar after.

Cuándo no viajaba con Ángel y su familia, alguno de los chicos siempre la buscaba en el aeropuerto y la acercaba a dónde se iba a hospedar. Pero, el único que la recibía de diferente manera era Maxi. El tucumano se presentaba con un ramo de flores y ponía a disposición su casa para que se quedará el tiempo que quisiese, lo cuál hizo Florencia en más de una ocasión. La confianza entre ellos excedía el nivel normal, se conocían todas las mañas del otro y los humores variados que podían tener por la mañana. Esa conexión especial los llevó a estar, más de una vez, en la boca de los conductores de televisión y siendo tendencia uno en Twitter.

Algunas horas transcurrieron desde que la castaña ingreso al departamento en capital, el anfitrión le otorgó libertad de acomodar sus pertenencias donde quisiera y le recordó que ese también era su lugar, por lo que podía hacer y deshacer como a ella más le guste. Una vez que Florencia ordenó lo que trajo consigo, sola en la habitación, tomó asiento en el borde de la cama y se dejó caer rendida sobre la suave superficie. Disfrutó la placentera sensación del acolchado fresco contra su espalda y percibió en sus fosas nasales el aroma a bambú que emanaba la tela. Aunque anhelaba permanecer allí, su amigo la estaba esperando en el living.

─ ¿Qué fue de tu vida en estos dos meses sin mi?, una mierda ¿no? ─ bromeó, apareciendo en el campo visual del tucumano y tirándose como una bolsa de papas a su lado

─ Na' que ver, boludita ─ replicó burlón, dejando más espacio en el sillón para que la rosarina pudiera sentarse bien y no estar pegados como sardinas ─ Pude descansar de vo' y tu voz de pito, lástima que ahora te voy a tener que bancar una banda hasta que te vaya'.

𝐋𝐈𝐒𝐁𝐎𝐀 | Nicolás OtamendiTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang