CAPITULO II

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Unos toques en la puerta me despiertan de mi largo sueño. Voy el pase y la misma señoras que me trajo a la habitación de Massimo, entra a la misma.

      —Niña, ya casi es la cena—me dice mientras camino hacia la cama y me ayuda con las sábanas—. Lávate la cara y baja a cenar, no tarda en llegar el señor.

Yo asiento y ella se marcha con una sonrisa en su cara. Me levanto con pesadez en mi cuerpo y abro las puertas de cristal del baño, me miro al espejo, mi cabello todo revuelto y mis ojos con lagañas.

Abro la llave y veo salir el agua cristalina, remojo mis manos y llevo las mismas a mi cara. Me seco mi rostro y cierro la llave.

Salgo de la habitación mientras camino por el pasillo y bajo las escaleras para ir a la planta baja.

Camino buscando el comedor y por suerte lo encuentro sin perderme completamente en esta enorme casa.

Entró al comedor, al momento de entrar unos ojos marrones me observan fijamente.

Tragó en seco mientras veo que me hace una señal para que me acerque a el. Camino a paso lento por la enorme mesa del comedor.

Cuando llegó al lado izquierdo de el, su mirada me recorre el cuerpo y luego se posa en mis labios para subir a mis ojos.

      —Sienta te—dice mientras se para y señala la silla que esta a mi lado. Massimo mueve la silla para yo sentarme en esta.

Después de los dos estar sentados entran unas 4 chicas y una de ellas con un gran carrito. Empiezan a acomodar todo en la mesa, dejan un plato enfrente mío con lo que es la cena y en mi lado derecho poner una copa con agua mientras en mi lado izquierdo un flan como postre.

Miro a Massimo, el espera que la más joven de las señoritas le sirva el vino en su copa para luego llevarla a sus labios así tomando del líquido.

Miro mi plato mientras cojo los utensilios y empiezo a cortar la carne mientras Massimo me mira y sigue tomando de su copa.

      —¿Podrías dejar de ver me?—le pregunto y el me fulmina con la mirada.

Deja su copa en la mesa—¿Por qué?—su pregunta me desconcentra en mi tarea de cortar la carne.

Lo miro está vez antes de responder—Por que me incómoda que me vean comer—esa respuesta parece convencerle pues su vista se concentra en su plato y empieza a comer.

Llevo un bocado a mi boca y mastico la carne que está suave pero a la vez crujiente, las especias le dan mejor sabor y mis papilas agradecen por tal manjar.

Cuando vivía con mi papá muy apenas comíamos carne de buena calidad, siempre comprábamos carne barata.

El sonido del teléfono me saca de mis pensamientos trayendo me a la realidad y despejando mi mente de aquellos recuerdos.

Massimo responde y lo veo pararse de la mesa y caminar fuera de está para empezar a hablar o mejor dicho gritar a la persona detrás del teléfono.

No importada que tan fuerte gritara yo no podía escuchar lo que decía.

Sigo comiendo y como a los 40 segundos de haber salido vuelve a entrar pero con una cara de pocos amigos.

      —¿Pasa algo, Massimo?—le pregunto después de tragar.

El me mira—No tiene nada que ver contigo, así que no te metas en lo que no te importa—dice entre dientes.

Yo solo lo miro a los ojos, sus ojos arden en enojo y mi única idea para salir de esto es pararme de la silla y salir de hay.

Alyssa [Massimo X Lectora] [365 Días]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora