CAPITULO IV

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Camino al armario y saco un conjunto de traje de baño, me cambio y salgo de la habitación. Bajo las escaleras, veo que no hay mucho movimiento en la casa y salga al patio.

Camino en dirrección a la piscina, veo a las chicas relajadas en las tumbonas. Me sonríen y chiflan asiendo me reír.

Es sábado por lo cual los empleados pueden disfrutar las comodidades de la mansión o salir de ella.

Me siento al lado de Mía, procedo a quitarme las sandalias y acostarme.

      —Ojalá algún día, don Massimo te deje ir de compras con nosotras, sería perfecto para una tarde de chicas—dice Mía, y las otras tres chicas asienten.

Margaret se levanta y empuja a Sophie a la piscina, la morena sale a la superficie y fulmina a Margaret mientras nosotras reímos.

Las risas se callan de la nada, las chicas miran detrás de mi, siento una mano en mi hombro y la reconozco, es su mano, la mano que me rodea por la cintura en las noches.

Volteó lentamente y lo miro, está con su camisa negra con la que salió en la mañana solo con la diferencia de que ahora tiene los primeros dos botones abiertos y las mangas arremangadas.

Su cabello despeinado y aquella expresión seria en su rostro. Sus ojos ahora más oscuros me miran sin vergüenza.

Una de las chicas se aclara la garganta—Creo que mejor entramos—dice pero Massimo no despega la mirada de mi, ni yo de el.

Los pasos de las chicas alejándose son lo único que se escucha y el sonido de los árboles. Yo aparto la mirada de Massimo y el solo rodea mi tumbona y se sienta en las que estaba antes Mía.

Su mirada no se aparta de mi en ningún segundo.

      —¿Cómo te fue en tus clases de italiano?—me pregunta, intentando quitar la incomodidad del momento.

Después de cuatro días aquí empecé a aprender italiano, de eso ya a pasado más de una semana.

      —Bien, dice la profesora que e mejorado bastante para ser poco tiempo—lo miro por sobre mis pestañas y el sonríe mientras su mano va a mi cabello y lo revuelve. Yo siento mis mejillas arder por ello.

Estoy a dos meses de entrar a la escuela, por esa razón estoy aprendiendo italiano. Aveces Massimo me ayuda a practicarlo en sus tiempos libres.

Me levanto de la tumbona y camino a la piscina, voy a la parte menos onda, pues no sé nadar, Massimo me mira con el ceño fruncido.

Me siento en suelo y coloco mis pies adentro de la piscina. El agua está  aclimatada.

      —En menos de dos meses entras a la academia, pronto mandaré a hacer tu uniforme, por lo que tendremos que ir con una costurera a qué te tome las medidas—lo miro mientras habla, pues gano toda mi atención.

Yo asiento mientras veo como sus labios se mueven al hablar, el se aclara la garganta para que yo le preste atención.

Sonríe arrogante—Bonita, debes poner atención a lo que te digo—dice mientras camina hacia mi, me respiración se acelera y mi corazón late más fuerte en mi pecho.

El se agacha para intentar quedar a mi altura, pero falla, sigue siendo más grande que yo.

      —No me gusta que uses este traje de baño en este lugar, eres una tentación andante—dice mientras toma mi barbilla entre sus dedos.

Su mirada recorre mi cara para terminar en mis labios, los cuales siento resecos, paso mi lengua remojando los mientras su mirada quema en ellos.

Sus manos se posan en mi cintura y me levanta del piso, yo envuelvo mis piernas en su cadera mientras mis manos las coloco al rededor de su cuello.

Alyssa [Massimo X Lectora] [365 Días]Where stories live. Discover now