Capítulo 2.

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Camille:

Ya llevaba un mes de ayudantía con Remus. Teníamos una rutina bien definida y ninguno de los dos la rompía. A excepción del día que cuando llegué, estaba muy enfermo y lo llevé a la enfermería. Mientras era atendido, me encargué de corregir los exámenes que tomó a los de segundo año.

Hoy es miércoles, por lo que comienzo mi día con su clase, después tenemos pociones y después ya quedo libre para ir a mi tutoría.

Cuando entré al aula ya estaba allí. Lo saludé con una sonrisa, que me devolvió.

Cuando me senté en mi lugar de siempre, al frente. Pude ver como se acercaba a él Sharon. Se había desprendido los primeros botones de la camisa y se había sacado la corbata.

Se apoyó en el escritorio poniendo todo su pecho a la vista de Remus. Ojalá yo tuviera ese mismo pecho. Literalmente tengo pero tampoco en exceso. Y soy consciente de que llama más el exceso en los chicos.

Me empecé a enojar mientras veía la escena al frente mío. Remus se reía de algo que ella dijo.

Sharon se acercó más, prácticamente susurrandole. Ahí dejé de mirar.

Estuve toda la clase con la cabeza gacha. No respondí ninguna de sus preguntas, no participé con mis opiniones.

Lo que si hice, fue ser la primera en salir. Siempre me quedaba casi hasta el último para dedicarle aunque sea una sonrisa más, pero hoy no iba a hacer eso.

Cuando estaba llegando al aula de pociones, Sharon se puso a mi lado.

- Hace un mes que lo tienes todos los días y no has podido estar con él. A mi me tomó 5 minutos de escote - dijo riendo. La sola idea de que hayan hecho cosas hasta recién me dolió.

- No me interesa de esa manera, es todo tuyo.

Remus:

La parte más incómoda de este trabajo son las estudiantes hormonales que quieren lograr algo.

No voy a decir que fue fácil, pero no miré a esta chica. Aunque me puso literalmente todo en mi cara.

Se quedó hasta el último por dudas que tenía, pero apenas salió el último estudiante, ella se posicionó a mi lado y se inclinó en mi escritorio, quedando prácticamente sin nada que cubra su cola, ya que se había subido la pollera y en esa posición todo se veía.

Ese fue mi límite, me levanté y le pedí que se retirara y que si tenía dudas las diga en hora de clases.

¿Qué les pasa a estas chicas? ¿No ven lo feo que queda que hagan eso?

Ganan más literalmente siendo todo lo contrario. Por ejemplo Camille, ella no levanta su pollera, no provoca, no hace las cosas con la intención de conseguir una reacción.

Aunque de mi ya las ha conseguido. Es increíble como estando sentada en mi sala personal, con las piernas un poco separadas, ya me causó muchos temas a tratar.

O cuando muerde la lapicera mientras corrige, tengo que levantarme a hacer algo más para despejarme.

¿Y lo peor? Ella no nota nada de todo eso. O quizás sea lo mejor.

Su compañía es tan agradable, ya me acostumbré a prepararle chocolate caliente como a ella le gusta, mientras yo tomo el mío.

Hemos tenido una rutina, con algunos deslices. Como el día después de luna llena, me llevó a la enfermería y terminó todo mi trabajo.

O cuando se tiró chocolate caliente y le preste una camisa mía para cambiarse. Ese día tuve demasiado autocontrol. Su sostén también se manchó, por lo que se puso mi camisa sin nada abajo. Y sus pezones se notaban demasiado. No podía dejar mi vista en otro lugar, no quería mirarla así tampoco.

Siempre - Remus Lupin.Where stories live. Discover now