Capítulo II

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Lena.

''Todos volvemos al lugar del cual creíamos que íbamos a escapar''. Es parte de la sanación, ya me lo han repetido cientos de veces, me han repetido que no es lineal. Cuando desperté en este mundo entendí que el pasado no era tan difícil, o tal vez estaba tan absorta en aquel viejo mundo que no entendí lo que era verdaderamente difícil. Nada es difícil hasta que te toca luchar, luchar de verdad.

Sé que tal vez mi psicóloga de aquel entonces me ayudaría a ver las cosas desde la compasión, me hubiera dicho que todos tenemos una guerra diferente y ninguna es inferior a otras. Pero ella está muerta y aunque su esencia se quedó atrapada en mí, no hago más que prohibirme a mí misma la compasión.

''Cuando un amor se muere ¿Sabes, chiquilla, a dónde va? ¿Sabes, chiquilla, a dónde va?'' esa era la letra de una canción que ya no recuerdo, no recuerdo el ritmo siquiera. No es una total mentira el que he olvidado cosas. No tengo acceso a internet como para buscar aquel verso. Hay muchas cosas a las que ya no tengo acceso en este mundo.

—¿Y qué? No es una riña, es una mentira — escuché a una persona que hablaba por teléfono a unos asientos atrás del mío. La oración no tenía sentido, al menos para mí, me gustaría saber de qué hablan para que no se sume un misterio nuevo a mi vida .

No puedo evitar ver disimuladamente sobre mi hombro para mirar al hombre que había oído, por su puesto, solo los hombres tienen acceso total a los artículos electrónicos. La oración es tan extraña que hasta parece que habla en clave. Estoy en un mundo en el que hasta yo misma sospecho de lo raro y percibo amenaza en ello. El oficial parado al lado de la puerta del tren se le ha quedado mirando, pero pierde su interés a los segundos.

Estoy del lado de la ventana, por lo que mi vista termina sí o sí en el escolta que me acompaña, el cual me mira de reojo al sentir mi mirada, lentamente vuelvo mi cabeza para mirar al frente. Siempre me ha gustado ir del lado de la ventana, en este mundo, las mujeres que usamos transporte público vamos del mismo lado si estamos con un escolta. El protocolo oficial dice que es para que puedan protegernos en caso de un atentado u accidente, pero es conocida la doble intención: impedir un escape.

No me mal entiendan, no seré fusilada al usar un teléfono en público o si no estoy del lado de la ventana, no estamos en esa clase de dictadura. No hay ninguna constitución que me prohíba votar, los anticonceptivos, ser soltera o estudiar; pero sí estamos en esa dictadura que se desliza en las mentes colectivas y crean acciones desde lo que consideran ''prudente''. Estoy en una dictadura que logró influenciar a la sociedad y llegar a acuerdo silenciosos sin tanto derramamiento de sangre.

No es prudente estar distraída con la tecnología en público porque los niños son inquietos y necesitan que les pongamos los ojos encima (discurso dirigido a padres pero que aplica más a las madres). No es prudente ir tanto tiempo con dispositivos electrónicos en la calle, ocurren accidentes. Además, las mujeres tenemos un ejemplo a seguir: Las Esposas de la Patria, cariñosamente llamadas por el presidente ''Evitas''. Son mujeres que están casadas o son hijas de funcionarios militares y básicamente nos han bombardeado de mensajes subliminales para que las imitemos, ellas son la moda impuesta. 

Las Evitas nunca usan sus teléfonos en la calle, tienen relojes digitales que les permiten mantenerse comunicadas de manera práctica y sin desconcentrarse. En las escuelas enseñan a las niñas a ser modestas, que no está mal estar a la moda y hacerse cambios de imagen, pero la modestia es más bella. Lo sé porque es lo que me obligan a decir durante mis clases.

Hay miles de ordenes disfrazadas de meras opiniones que debemos acatar. Claro que no somos ortodoxos, nuestra nación carece de un dios al qué rendir cuentas, pero debemos mantener la excelencia, buen juicio y modestia.

Pandemonium.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora