Capítulo VI

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Narcís.

— Solo para aclarar, no me gusta mi nombre ''Juan'' — le dije como despedida —. Me gusta más mi segundo nombre, Narcís.

Ella asintió pensativa e hizo una pequeña inclinación con la cabeza en señal de despedida, pero yo le di la mano con un gesto de poca calidez, no iba a besarla. Técnicamente ya éramos novios y yo podría tomarme ciertas libertades, pero Lena no me llamaba la atención de esa forma. 

No estaba seguro de qué planes tendría para ella en mi vida, era un rostro más en la multitud, nadie entendería por qué la elegía a ella. Lena estaba llena de enigmas y por primera vez me iba a encargar de limpiar la historia de alguien para que así no la puedan usar en mi contra.

— Creo que es fuerte — dijo la madre superiora acompañándome a la entrada del convento cuando dejamos a Lena atrás —. No llegó muerta, solo en estado catatónico, únicamente reaccionaba a la luz. Perdió la capacidad de hablar; había olvidado hasta cómo se escribía su nombre. Su llegada acá fue una prueba de fe para poner en práctica la palabra de nuestro Señor.

La miro fijamente y asiento pensativo. Así que Dios me estaba probando.

— Muchas hermanas te podrán decir que es una joven extraña que habla con los muertos.

— Todos hablamos con ellos de vez en cuando.

Ella concordaba con su entorno, sabía de camouflages, las mujeres saben de ello por instinto. Claro, ha sufrido años de entrenamiento. Ella misma se entrenó en segregación, principios de evasión, distancia, separación, desapasionamiento. Una chica que parece dura, nadie conoce los horrores que ha vivido. Era realmente fascinante. Es probable que ella sufriera, pero era difícil saberlo porque me hablaba muy poco.

— Estoy segura de que ambos se ayudarán mutuamente — dijo con amabilidad la madre superiora.

¿Acaso cree que será la mujer especial que cambiará todo? No importa cuánto se intente cambiar las cosas, siempre estaré un paso adelante. Lena no es más que una ilusión fugaz, una esperanza vana. El mundo seguirá girando según mis designios, y ella no será más que una pieza desechable en mi rompecabezas.

Mi único problema es que no le consigo una función en mi vida ¿Qué puedo ganar en base a ella? No entiendo la finalidad de mover piezas si no hay una ganancia.

— Los niños de nuestra comunidad la van a extrañar, era una increíble maestra — comentó la Sor Felicia que hasta ahora había estado en silencio —. Cuando Lena vaya a Buenos Aires, podría llevarla a algún zoológico, ella ama las focas — a mí parecer, hablaban como si me estuvieran dejando una niña a cargo. Traté de no hacer gestos, yo no era niñero.

Me despedí con una ligera inclinación y subí al auto que me llevaría al aeropuerto. Durante todo el camino no pude evitar preguntarle a mi compañero qué información tenía de las focas.

— Las focas son tan nobles e inteligentes que intentan ayudar a los buzos porque piensan que se están ahogando — respondió con una sonrisa.



Los niños saben que no hay nada bajo sus camas en las noches, y aun así temen. Así de irracional es el miedo y nosotros aprendemos de ello para que todo se mantenga en orden.

Lo único que se aproximaba a la satisfacción de crear una obra de arte en un ser humano, era la sensación de dominio. Era yo quien decidía las imágenes y las historias que iban a formar parte de mis víctimas para siempre, incluso después de la muerte. Yo no debía imaginarme los secretos ni mentiras de los demás, porque yo ya los sabía. A veces no estoy seguro de quién es la peor persona en todo el meollo, pero al menos a mí me pagan.

Pandemonium.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora