ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝘐𝘝

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Abrió los ojos rápidamente, alerta por el nuevo y desconocido ruido, una corriente eléctrica erizando cada parche de piel en su cuerpo y su columna tensándose de anticipación nerviosa; en un silencio aplastante que desmentía su presencia en la casa, analizo el espacio oscuro de su habitación y decidió levantarse.

Era repentina la presencia de el o los seres que se movían en el piso de abajo, con una lentitud casi muda, si no fuera por su atención y reflejos constantes, temeroso y vigilante de lo que el destino dictaba.

Se acostumbro a la penumbra y bajo el ruido de su respiración al mínimo, por si aquellos desconocidos usurpadores no sabían de su sospecha, y con un silencio como el de la misma noche, se levanto de la cama, que ante su gran cuidado, ni siquiera logro rechinar o quejarse, callada por el cambio de peso que se retiraba sutilmente.

Ya de pie y gracias a la poca luz que atravesaba la ventana, reviso el baúl, su atención rodeando la posibilidad de un escape, de una huida, más sin embargo, lo encontró quieto y cerrado, y lo más importante, bloqueado; Theodore seguía descansando allí.

Precavido, susurro la contraseña que había diseñado en pársel, para que nadie pudiera abrir el baúl de ningún modo, y posteriormente tomo su varita, su capa, y abrió la puerta de la habitación sin producir ruido alguno, dispuesto a investigar cuidadosamente quienes eran sus visitantes, y su nivel de amenaza.

Bajo las escaleras, conociendo magistralmente que punto las haría rechinar y donde pisar para que su presencia pasara inadvertida, encontrando magos desconocidos con sus varitas produciendo pequeñas luces, entre ellos, un hombre que podía ser el verdadero Moody, y además, la silueta de Remus Lupin.

Sin embargo, el accidente del año pasado no estaba lejos de su mente de ningún modo, y sabia que la magia podía disfrazar el peligro de una cara amistosa; no podía permitirse tal riesgo, no cuando era el único que podía cuidar de Theo.

Entre el silencio y la invisibilidad, se alejo del ojo mágico de Moody, ocultándose tras otros magos para ser mágicamente encubierto, y se deslizo hasta llegar a las puertas y ventanas, incluso la corrediza del patio y la pequeña entrada del correo.

Todo eso tenía runas que les bloqueaban temporalmente, incluso para la animagia, desechando cualquier salida por pequeña que fuera; Para él no tenia sentido escapar, no si eso significaba dejar a Theo, no era una opción, y gracias a la sutil magia, para sus invitados tampoco.

Tomo una pose más amenazante, cogiendo un cuchillo del mostrador en a cocina y deslizándose hasta quedar a la espalda de un mago que desconocía su plan y su presencia, lo cual le era perfecto.

Con un rápido movimiento soltó su capa, apunto al cuello desprotegido y uso al hombre de escudo, escuchando los jadeos sorprendido y los pasos, casi visualizando las manos temblorosas ante su compañero en medio de las varitas y el atacante, saboreando sus nervios y la sorpresa.

Suspiro sutilmente, tembloroso, conociendo su posición, endeble ventaja que podría no durar mucho; por ahora, se fijaría en la prioridad y lo más importante -¿Qué esta sucediendo aquí?- demando, esperando respuestas e identidades.

Tenia la intención de salir vivo, y sobre todo...

Saber si ellos ellos eran un peligro para Theo...

La vida estaba llena de retos, y en lo personal, Harry creía que para el destino, ese ser caótico que manejaba el futuro, él era uno de sus favoritos, no por nada había vivido tantos problemas; sin embargo, él estaba determinado a algo mejor, una ...

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La vida estaba llena de retos, y en lo personal, Harry creía que para el destino, ese ser caótico que manejaba el futuro, él era uno de sus favoritos, no por nada había vivido tantos problemas; sin embargo, él estaba determinado a algo mejor, una mejor vida.

Desaparecer a alguien, estudiar en secreto, fingir ignorancia, y ahora ser transportado a una casa oculta, sin previo aviso, por traslador, eran algunos hechos que nadie podía nombrar, no es que él se jactara de ellos, y sin embargo, eran cosas que había logrado superar.

Había conocido a la Orden del Fénix, los hombres de Dumbledore y quienes luchaban clandestinamente por el lado de la luz, o eso decían hacer; eran los hombres que le habían estado vigilando, y en sus rondas, habían encontrado a una pareja de dementores que rondaban por Surrey, evidentemente en su búsqueda.

Sin otra opción, decidieron alejarlo del posible atacante y por fin trasladarlo a la nombrada casa segura, no es que él hubiera esperado impaciente, encontrando allí a los Weasley, sus amigos, su padrino, y otras personas que le presentaron después, como Tonks y a Kingsley Shacklebolt, que era a quien había amenazado. 

Después de llegar, sin siquiera un descanso, fue reprendido por la Sra. Weasley por no aceptar la idea de usar escobas; gracias a una pequeña misericordia, eran pocos los que le habían ido a buscar, además de Moody y Remus, solo los dos aurores, y todos habían sido fácilmente convencidos de usar un traslador, por muy ilegal que fuera.

Se había negado fervientemente a usar una maldita escoba y dejar sus posesiones atrás, nombrando su capa, álbum de fotos y otras cosas que podrían ser dañadas si intentaban encoger como argumentos de su negativa, abandonando el pensamiento de que todo eso estaba seguro en su bolso, excepto lo más importante.

En la cena había bromeado con Sirius sobre tener su propia habitación, que le había sido concedida, y más tarde en la noche se había ido a la cama, ocultando su enorme orgullo por la ignorancia completa de Moody y los otros magos cuando arrastraba su baúl por las escaleras sin siquiera una segunda mirada.

Incluso los dos gemelos, segundos después, lo habían ayudado a levitar su baúl, y por mucho que quiso negar a penas escuchar la pregunta, acepto, pues cualquier otro camino seria sospechoso.

Con su baúl en su nueva residencial temporal y un montón de planes sin terminar sobre como avanzar de ahora en adelante, suspiro, buscando encontrar algo de sentido entre todos los pensamientos de su cabeza.

Tal vez a Theo le gustaría oír como había amenazado a un Auror con tal de protegerlo, aunque si lo pensaba mejor, no era muy inteligente decirlo.

Al menos su tesoro estaba a salvo, y a pesar de la lejanía de las barreras de sangre, aun completamente oculto.

Seguro... a pesar de las nuevas circunstancias.

Eres mio... me perteneces.Kde žijí příběhy. Začni objevovat