Capítulo 57

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Al ver que era una llamada de su padre, Ezequiel respondió rápidamente:

—Padre.

Desde el otro lado de la línea, la voz autoritaria de Casimiro se hizo escuchar: —Regresa a casa de inmediato, la familia está convocando una reunión importante.

Ezequiel dudó un momento y respondió:

—Padre, en este momento tengo algunos asuntos que debo atender, son bastante urgentes.

Casimiro respondió con firmeza:

—Esta reunión es de suma importancia. Las fuerzas en Valivaria se están reorganizando y debes participar.

Ezequiel quedó perplejo. Durante siglos, las tres grandes familias habían dominado Valivaria, ¿qué estaba sucediendo?

—Padre, ¿qué está pasando? —Ezequiel preguntó confundido.

Casimiro suspiró y dijo:

—Anoche, alguien con un poder irresistible derrotó a Gonzalo de la familia Aguilar. Tanto la familia Aguilar como la nuestra han anunciado su lealtad a esta persona. Esta noche, se anunciará a toda la familia que deben mantenerse alejados de esta persona en el futuro.

—¿Qué? —Ezequiel quedó atónito, su teléfono casi se le cayó de las manos. Instintivamente, miró a Simón. ¿Podría ser que lo que este chico decía era cierto y él era esa persona?

Viendo la mirada de sorpresa en los ojos de Ezequiel, Simón sonrió levemente y, junto con Sofía, se sentó en el sofá y encendió un cigarrillo.

Con precaución, Ezequiel preguntó:

—Padre, ¿es verdad? ¿Cómo se llama esta persona?

—Se llama Simón Palacios —respondió Casimiro—. El nivel de su maestría en las artes marciales ya lo ha elevado a la categoría de un experto en tierra, estamos completamente en desventaja. Gonzalo casi perdió la vida y te aseguro que estaba aterrorizado.

Las palabras de su padre causaron un torbellino de pensamientos en la mente de Ezequiel. Si Gonzalo, con su formidable habilidad en las artes marciales, estuvo a punto de perder la vida, este Simón debía ser verdaderamente aterrador.

Ezequiel giró lentamente la cabeza hacia Simón y con una voz temblorosa preguntó: —¿Cómo te llamas?

—Simón Palacios —respondió Simón mientras exhalaba humo de su cigarrillo, con calma.

El teléfono de Ezequiel cayó al suelo con un golpe sordo y su rostro se volvió pálido como la cera. Haberse cruzado con esta persona aterradora planteaba un dilema desalentador.

Luciano, observando la reacción de Ezequiel, frunció el ceño y dijo:

—Don Fernández, ¿estás asustado? Si es así, puedo hacer que mis hombres se encarguen de esto.

Sin embargo, en ese momento, Ezequiel no estaba dispuesto a prestar atención a Luciano. Simplemente no tenía la cabeza para ello.

Simón había mencionado a las tres grandes familias y la lealtad de Gonzalo hacia él había sido confirmada por su padre. El hombre frente a él debía ser el mismo Simón que derrotó a Gonzalo.

Ezequiel estaba en un dilema. ¿Qué debía hacer?

Después de mucha reflexión, Ezequiel, con gran esfuerzo, levantó el teléfono y dijo: —Padre, Simón está aquí conmigo en este momento y hemos tenido un desacuerdo.

No tenía otra opción más que ser honesto con su padre, ya que esta situación estaba más allá de su capacidad para manejarla.

La respuesta de Casimiro fue una sorpresa total:

—¿Qué estás diciendo? ¿Qué está pasando?

Ezequiel explicó la situación con temor, y Casimiro, indignado y alarmado, le ordenó a Ezequiel que se disculpara con Simón y le dijo que estaría allí inmediatamente para resolver el problema.

Casimiro entendía mejor que nadie las graves consecuencias de ofender a alguien como Simón. Un individuo con ese nivel de poder podría destruir una familia con un simple gesto, y era imperdonable enfrentarse a él.

Conviviendo con una atractiva CEO después del divorcioWhere stories live. Discover now