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~ Narrador omnisciente ~

Con Jun inconsciente, Erwin aceleraba la velocidad de los caballos, aunque estos estaban exhaustos después de correr casi por todo un día entero.

El amargor en su boca y el cansancio en su cuerpo le impedían pensar con claridad, pero la determinación lo impulsaba a seguir adelante.

Lo que más le preocupaba era lo que no podía admitir, solo aquel secreto compartido por Hange durante años.

La tensión angustiante era palpable entre las tres personas. Levi y Hange guardaban silencio, sus rostros reflejaban la aflicción que la situación les imponía.

Levi, a pesar de su habilidad para mantener la compostura, no podía ocultar la preocupación que se reflejaba en sus ojos grises. Sentía que el corazón estaba a punto de salirse de su pecho.

El eco de los cascos de los caballos resonaba en la noche, acompañado por un silencio pesado y denso. Cada momento se sentía como una eternidad, mientras el grupo avanzaba hacia un destino lejano. Incierto.

—Erwin, deberíamos ir a las cabañas más cercanas— sugiere Hange con determinación.

El rubio parece no haberla escuchado, su firme agarre se mantiene en las cuerdas del caballo, su semblante es duro aunque sus ojos parecen perdidos en el camino del frente. Su cabeza está sumergida en la culpabilidad de la situación, sabe perfectamente que ha sido el culpable de todo esto, pero le reconforta que no haya sido en vano.

Pudo dar en el blanco. Sus dudas eran ciertas y eso lo hace continuar, lo hace seguir hacia delante.

—¡Erwin!— llama Hange con firmeza, provocando que éste ahora pare de repente.

Los tres se miran bajo el destello del atardecer que poco a poco comienza a escasear.

Los ojos del comandante pasean por un instante sobre el cuerpo tendido entre el caballo y Levi, que la sostiene con fuerza. Jun está inconciente y verla en ese estado solo aumenta el nudo en el estómago que el rubio tenía desde que empezó la expedición.

Todo es su culpa se repite. Una y otra vez.

La sangre alrededor de todo su abdomen y parte de la ropa de Levi es bastante, pero su objetivo es claro y no quiere ceder. No puede perderla.

Levi endurece su mirada al más alto.
—Si seguimos, Jun lo hará sin vida. Ya es de noche, deberíamos tratar sus heridas y detener el sangrado—sus palabras son calmas, pero hay un atisbo de preocupación en el fondo. Coloca dos de sus dedos en el cuello de su compañera, tomándole el pulso— su pulso es débil.

Los ojos azules de Erwin parecen perdidos en la oscura distancia, sus pensamientos navegando entre la urgencia y la incertidumbre.

Sus compañeros lo observan en silencio, buscando respuestas en su expresión taciturna. Hange, visiblemente afligida por la situación, lleva la mano a su frente, tallandola como un gesto instintivo. A ella también le afecta la situación, no quiere perder a su amiga, su compañera, esa niña que se ganó su corazón hace años atrás.

El azabache lleva consigo un porte más decidido y preocupado. Su mirada fija en el rostro de Erwin refleja la necesidad de acción inmediata.

Se pregunta internamente porqué su comandante actúa de manera tan extraña en ese momento, mientras la gravedad de la situación pesa sobre sus hombros.

Tiene una ligera sospecha, pero la descarta cada vez que puede.

—Erwin, necesitamos órdenes— insiste Levi, buscando la dirección que solo su líder puede proporcionar en medio de la oscura incertidumbre que envuelve al grupo—Si no las das en cinco segundos me largo con ella, no voy a dejarla morir.

Ackerman x Ackerman Where stories live. Discover now