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>> Jun Ackerman <<

Me encuentro alistando los últimos detalles, está amaneciendo y todos comenzamos a despertar y prepararnos para salir a nuestra próxima misión afuera de las murallas.

Ajusto y acomodo mi camisa de uniforme y una vez estoy lista, salgo de la habitación con un cigarro entre mis dedos.

Cuando estoy cerrando la puerta, en el pasillo camina alguien a paso tranquilo, el capitán pasa por mí lado con el mismo semblante neutro y aburrido de siempre.

Me mira de reojo, sin embargo, no dirige su mirada a la mia.

Ambos nos dirigimos hacia afuera, encontrándonos con los diferentes preparativos, ya casi listos para partir.

A lo lejos, veo a Jean. Su sonrisa, aunque sutil, fue como un destello de tranquilidad en medio de la tensión. Respondí con un gesto similar, manteniendo la discreción necesaria, y volví rápidamente a mis deberes.

A los pocos minutos nos encontramos todos en nuestros caballos, yendo a las posiciones que cada uno conforma en la legión y la formación.

En silencio y con una disciplina palpable, nos posicionamos junto al capitán justo detrás de Erwin, el líder indiscutible de nuestra misión.

A nuestro lado, Hange, con su carácter enérgico, me dedicó una sonrisa amigable como saludo, rompiendo brevemente la tensión del momento.

A nuestro alrededor, las personas comenzaron a murmurar entre sí, creando un murmullo constante que pronto se intensificó.

Los niños, entusiasmados, nos señalaban con sus dedos y hablaban con emoción, lo que generaba un zumbido de anticipación en el aire lleno de expectativas.

— ¡Mami, mami!— una niña capta mí atención, señalandome— ¡Es Jun!— le jala la ropa a su madre repetidas veces, para llamar su atención.

La mujer de cabellos rubios alza a su pequeña y la coloca en sus caderas, entrecierro los ojos y recuerdo a aquella niña que había salvado un par de meses atrás.

Es rubia al igual que yo, tiene sus ojos celestes muy dulces y cada vez que vamos a una nueva expedición ella está esperando para verme y saludarme.

El comandante aún sigue con su discurso pero me distraigo con la escena a pocos metros de mi.

Saludo con mi mano a la pequeña niña y ella me responde de la misma manera aunque mucho más feliz y enérgica. Las otras personas también murmuran cosas, pero no entiendo bien qué. Le sonrío levemente a la madre y ella hace lo mismo conmigo.

—...Somos fuertes, todos nosotros, y vendremos aquí en unas semanas, con una victoria más!— la voz de Erwin es determinada y fuerte, lo necesario como para que todo el mundo escuche.

La puerta de la muralla comienza a abrirse y el comandante empieza a dar la vuelta en su caballo, tomando el mando de todos nosotros.

Una vez que la puerta está completamente abierta, él alza su cuchilla y grita con fuerza, todos comienzan a imitarlo, por mi parte me mantengo al margen y endurezco la mirada, mentalizandome.

— ¡Andando!— es su último grito y comienza a avanzar.

No tardamos ni un segundo en seguirlo y comenzamos a cabalgar con rapidez, la determinación se nota en mis movimientos justos, mi caballo lleva años conmigo y tenemos un fuerte vínculo, la confianza mutua permitía que nos moviéramos con armonía y eficacia.

El ruido de la legión se hace escuchar galope tras galope, las posadas fuertes de los caballos en el césped es áspera y veloz.

Pasamos un par de minutos o quizás unas horas cabalgando, no soy muy buena con los horarios si no tengo un reloj a mano.

Ackerman x Ackerman Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz