𝑶𝒏𝒄𝒆.

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Violet esperaba impaciente en el estacionamiento de la escuela, junto al auto de Charlie con la puerta trasera abierta. Dentro de los asientos, reposaba el volcán que apenas y había logrado caber, pero con un buen empujón, finalmente entró. A decir verdad, fue una tarea complicada.

Charlie se encontraba recargado junto a su auto, esperando para entrar al colegio. No dejaría a su precioso auto en manos peligrosas, es decir, debía cuidarlo de Violet.

Ese mismo día, a Charlie le habían retirado la expulsión como por arte de magia. Cooper Jones había movido algunos hilos y, por supuesto, algunas cuentas bancarias.

—¿Cuánto más se va a tardar? —Charlie se quitó sus lentes oscuros para poder ver mejor a su alrededor. Aunque no había estado fuera por mucho tiempo, no extrañaba nada de ese lugar. Sin embargo, sí extrañaba a sus amigos, el grupo más codiciado de la secundaria.

Pero su corazón dio un extraño vuelco al pensar en Leena Scobell, un sentimiento que no le agradaba en absoluto. Las chicas solían sentir eso por él, no al revés.

—Espero que poco —dijo Violet, moviendo su pie nerviosamente en el suelo, impaciente por la llegada de alguien.

En la esquina del estacionamiento, apareció Walker Scobell arrastrando un carrito rojo de cuatro ruedas con una agarradera de plástico. Era lo suficientemente grande como para acomodar el volcan.

Se acercó lo más rápido que pudo a Violet en cuanto la vio, y se detuvo frente a ella, agitado y tratando de recuperar el aliento.

—¿Dónde estabas? —preguntó la pelirroja con autoridad, estirando ambos brazos a los lados en señal de reclamo.

—Nunca... había pisado el estacionamiento —susurró Walker, aún agitado. Notó la presencia molesta de Charlie, quien lo miraba como si lo estuviera juzgando. Pero si Walker no se pareciera tanto a Leena, Charlie ni siquiera se molestaría en mirarlo.

Juntos, al mismo tiempo, tomaron el pedazo de cartón con el volcán hecho de arcilla, y Violet bajó la bolsa con los materiales. Walker arrastró cuidadosamente el carrito hacia el interior del edificio, mientras que Violet y él se adentraron en el pasillo.

Gracias al proyecto, estaban logrando soportarse mutuamente. Ya no causaban tantos problemas en clase, y algunos chicos sospechaban que su enemistad era en realidad una atracción encubierta. Pero solo fue un proyecto de química lo que calmó las aguas entre ellos.

Al entrar al salón de la profesora Estella, Violet y Walker eran los últimos en llegar, pero llevaban consigo el proyecto que justificaba su tardanza. Avanzaron hacia el frente de la clase y dejaron el carrito en una esquina junto a los demás volcanes. Era evidente que su proyecto destacaba por encima de los demás, lo cual les provocó una sonrisa victoriosa.

Violet sintió un cosquilleo en la nuca, sabiendo que si volteaba encontraría la desafiante mirada de Lila. Pero decidió no darle el gusto y se mantuvo firme, concentrada en el siguiente paso.

Equipo por equipo, cada uno pasó al frente para presentar su proyecto. Cuando llegó el turno de Walker y Violet, demostraron ser un equipo excepcional. Se complementaban perfectamente y estaban tan sincronizados que resultaba impresionante ver cómo trabajaban juntos.

La clase llegó a su fin y la profesora Estella tomó notas detalladas de cada palabra y reacción, para así poder nombrar al equipo ganador en la próxima clase. Aunque todos podían intuir quiénes serían los ganadores, ya que el trabajo de Violet y Walker había sido sobresaliente.

Al salir del aula, Violet se encontró con Mia en su casillero, quien la esperaba lista para hablar.

—Walker y tú hacen un gran equipo —comentó Mia, mirando fijamente en la dirección donde Walker se reunía con Aryan.

𝙤𝙗𝙨𝙚𝙨𝙨𝙚𝙙 |𝘢 𝘞𝘢𝘭𝘬𝘦𝘳 𝘚𝘤𝘰𝘣𝘦𝘭𝘭 𝘍𝘢𝘯𝘧𝘪𝘤|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora