Capítulo XXVI: Un accidente y un trol

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Cuando caminaba por el pasillo, notaba que Hermione temblaba de arriba abajo, nerviosa, porque se aproximaba su primera clase de vuelo. Yermione le recomendó leer un libro que había visto en la biblioteca: «Quidditch a través de los tiempos». Gracias a ese libro aprendió más sobre ello (además de que sus dos mejores amigos le ayudaron, claro).
Halloween cada vez estaba más cerca, todos chillaban emocionados de aquí y allá por el gran banquete que suelen dar en el gran comedor en dicha noche. Más tarde Hermione le contó el resultado de su clase de vuelo, dice que le disgustó demasiado, y no por el simple hecho de que su escoba no había llegado a su mano, si no que su compañero Harry Potter no hizo caso a su advertencia, que a éste le valió un sorbete.

Ambas chicas caminaban en dirección a la biblioteca, mientras avanzaban, Yermione escuchaba a su hermana quejarse cada vez más del comportamiento de sus dos compañeros de Gryffindor: Ronald y Harry.
Seguía quejándose porque infringían las reglas sin importarles cuantos puntos menos le quitasen su casa, mientras Yermione daba pequeños comentarios negativos de vez en cuando junto con ella, no les estaba cayendo muy bien, a pesar de que uno de ellos fuera alguien famoso, no tenía el derecho de pasarse las reglas por donde no da el sol. Al avanzar por las escaleras, ambas escucharon una voz muy familiar.

—…Si él no hubiera robado la Recordadora de Neville, yo no estaría en el equipo…

—¿Así que crees que es un premio por quebrantar las reglas? —dijo Hermione con una voz irritada mientras subía la escalera, mirando al igual que Yermione con aire de desaprobación el paquete que Harry cargaba.

—Pensaba que no nos hablabas —dijo Harry.

—Sí, continúa así —dijo Ron —. Es mucho mejor para nosotros.

Yermione frunció las cejas y abrió la boca ofendida y a punto de decir barbaridades. Hermione al notar el cambio en los ojos de su hermana, la tomó de la túnica y se alejó con la nariz hacia arriba.

—¡Hermione, cómo puedes dejar que te digan eso! —se quejó mirándole.

—No importa, ya me acostumbré —contestó como si no le tomase importancia.

—¿Pero qué dices? —sus ojos volvían a cambiar —. ¿Ya te acostumbraste a algo tan malo? Eso no lo puedo permitir…

—¡Y yo tampoco puedo permitir que alguien que no conozco te deje en medio de un pasillo a punto de llorar con la cara llena de cenizas! —exclamó girándose frente a ella de repente, estaba a unos dos escalones arriba de ella, no se había dado cuenta que habían caminado a grandes zancadas. La mirada y cara de Yermione cambió de repente.

—Eso es diferente —evitó mirarla a los ojos.

—¿Diferente? ¡¿Diferente?! —empezaba a alzar la voz —. ¡¿Por qué no me lo quieres decir?! ¡Acusemos al responsable!

—¡No, porque es algo ridículo! ¡Es algo de lo que no tienes que tomar importancia! —sus ojos de nuevo se volvieron rojos.

—¿Importancia? ¿Estás consciente de lo qué estás diciendo? —preguntaba con la voz muy alta y chillona Hermione. Cualquiera que pasara por ahí creería que estaban provocando un campo magnético inverso.

—¡SI, Y NO TIENES POR QUÉ ESTAR METIENDO LAS NARICES! —explotó Yermione sintiendo como lo que nunca había sentido surgió de sí.

Con aquel grito, Hermione sintió como si un fuerte viento le hubiera soplado tan fuerte frente a ella, haciéndola caer sentada en la escalera. Por la repentina acción, Hermione tuvo la sensación como si tuviese los pies dentro de agua helada y esta estuviese subiendo rápido por su cuerpo, además de que también sintió que el collar que llevaba consigo quemaba su piel bajo la camisa.

Yermione Granger Y La Historia De Las Predicciones |Harry Potter| [#1]Where stories live. Discover now