𝐷𝑖𝑎 𝑢𝑛𝑜

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𝓔𝓶𝓹𝓲𝓮𝔃𝓪 𝓾𝓷𝓪 𝓱𝓲𝓼𝓽𝓸𝓻𝓲𝓪 𝓬𝓸𝓷: "𝓗𝓪𝓫𝓲𝓪 𝓾𝓷𝓪 𝓿𝓮𝔃..."

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Había una vez, una jóven ángel que desobedeció las órdenes directas del ser superior, en contra de toda regla y de cualquier ser existente, incluso de sus conocidos y compañeros, bajo a la tierra en busca de su amiga.

Su figura se confundía con facilidad con la de cualquier humana de quince años.

Pero su belleza era incomparable, su cabello largo y lacio, de color blanco de nacimiento, sus ojos de color miel, sus pestañas eran de un color blanco miel, sus labios delgados y rosados.

Hizo lo necesario para ocultar sus enormes y hermosas alas blancas como la nieve, que podían sostener su poco peso sobre el cielo.

También consiguió ropa adecuada para incluso cubrir sus orejas puntiagudas.

Caminaba por aquel pueblo tal cuál pequeña perdida, mirando de un extremo a otro con inquietud, buscando la silueta de su amiga entre la gente.

—No puede ser tan difícil encontrarte, tienes las mismas características que yo.

Musitó mientras seguía observando a los humanos del pueblo caminar de un lado a otro entre un ambiente ruidoso pero entretenido.

—¿Quieres encontrar a alguien jovencita?.

Se alegro al escuchar aquella pregunta, observó feliz a la anciana con una túnica morada.

—Asi es.
—Yo puedo ayudarte, por un generosa cantidad de dinero.
—Gracias, muchas gracias.

Alguien la tomo por la cintura y la atrajó hacia ella, al escuchar la voz de aquella "humana" la miró sorprendida.

—No necesita de su ayuda, gracias.
—Leora, tu cabello.

La azabache la observó con seriedad, arreglo su capucha, la tomó de la mano y la saco del pueblo. La joven albina la siguió con confianza.

Leora. —¿Que haces en la tierra, Elaila?.
Elaila. —Me alegra tanto haberte encontrado tan rápido.
Leora. —Responde, por favor.
Elaila. —Vine por ti.

La albina abrazó tiernamente a la azabache, está se quedó quieta, frunciendo el ceño con los ojos cerrados.

Leora. —Agradezco tu intención, pero debes regresar.
Elaila. —Si, regresaremos.
Leora. —No.
Elaila. —¿Leora?.
Leora. —Yo no regresaré al cielo contigo.
Elaila. —¿Por qué?.
Leora. —Eres una guardiana, es lógico que no estés enterada de la situación, y así es mejor.

La azabache saco una campanilla de sus ropas y la agito suavemente, en unos segundos una luz intensa y fuerte obligó a la albina a cerrar sus ojos con fuerza, sus pies se elevaron sobre la tierra.

Una fuerte brisa hizo que su capa y la de la azabache salieran volando, entonces observó mejor la apariencia de su amiga.

Su cabello blanco, largo y lacio como el suyo, había desaparecido, y ahora era sustituido por un cabello corto y negro como las noches sin estrellas y la luna presentes, el color de sus ojos, rojos como la sangre que corre por las venas de los humanos, su expresión fría, triste y vacía, y sus alas, una de ellas se había tornado de color negro por completo, mientras la otra, parecía seguir en el proceso de hacerlo, su ala derecha ahora era de un color blanco grisáceo.

𝑅𝑒𝑡𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑐𝑟𝑖𝑡𝑢𝑟𝑎Where stories live. Discover now